Una empresa que ha abierto otros locales en Valencia y que mantiene su restaurante dedicado especialmente a los arroces con una venta en verano de paellas para llevar muy demandada. Tiene junto a la entrada la puerta abierta del espacio dedicado a hacer las paellas que es visita obligada; todas, hasta 140 a la vez, hechas con leña y donde todo está medido al milímetro. Hace años (más de 30) empezó todo en un paellero de 5 metros de los bajos de la casa

El local es elegante, luminoso, buena recepción, con mesas muy bien vestidas, buenas copas, vajilla, cubiertos y hasta decoración; en este tema destacan las lámparas del techo con corchos de vinos pero de forma elegante. El servicio de sala está bien preparado aunque insiste en ampliar la comanda aunque no sabe que venimos de un almuerzo hace menos de 2 horas. 

La carta de comidas está planteada con unas buenas opciones de entrantes a compartir y un arroz que se aconseja encargar por adelantado; se remata con unos postres de buena elaboración y presentación.

La carta de vinos está bien distribuida con opciones por copas que llegan a vinos de alta gama (Quincha Corral), vinos recomendados y entre ellos su propio vino blanco elaborado por reconocida bodega local y una buena extensión de vinos con amplitud de horquilla de precios (hasta Flor de Pingus). El servicio de vino fue descorche y primer llenado de copas sin más.

Cuatro para comer en amplia mesa redonda y que compartimos al centro los entrantes la paella y hasta el postre:

. aperitivo de la casa: crema de hervido valenciano con unas gotitas de AOVE: buena opción para calentar el estómago con buen sabor y textura.

. mollejas de ternera a la brasa con pimientos de piquillo caramelizados y mostaza: buen tamaño y presentado a modo de sashimi y muy apropiada la mostaza. Recomendable.

. alcachofa crujiente con carbonara: una forma arriesgada de presentar las alcachofas que a mi me gustó y a otros no. Yo repetiría.

. arroz seco de bogavante: capa fina, perfecto punto de cocción, amplia ración, medio crustáceo de buen tamaño por persona; fondo notable. Muy recomendable.

. coca de naranja con helado de chocolate negro: el clásico bizcocho (coca boba le llamamos por aquí) impregnado de sabor y color de la naranja con un correcto chocolate caliente por encima de un helado de chocolate. Bien.

. sorbete de mango: referido como bueno

Unos cafés e infusiones. Previamente agua grande sin gas y un Bobal tinto 2020 de Vicente Gandía de curiosa botella y que necesita un tiempo más en botella.

Bonito local y con dedicación exclusiva (como plato principal) a los arroces con una muy amplia variedad de opciones.

comimos con unos amigos que tenian muchas ganas de que conocieramos este restaurante, ya que nos encanta el arroz. Y a decir verdad puede que sean los mejores arroces que hemos probado, que fueros de tres tipos: el primero de calamar y almeja meloso, el segundo de pato ajos tiernos y alcachofas seco y el tercero de pollo campero y gamba roja (espectacular).
Pensabamos que estaba mas largo pero la verdad es que esta a unos 20 minutos de valencia, es un restaurante muy luminoso con entrantes de temporada y unos postres muy profesionales, cuentan con una terraza para comer los dias soleados.

Estaba pensando mientas leía otros comentarios o críticas a otros establecimientos, que, como decía Zorrilla "...cada cual comentariando la feria según le cuadra". Y es cierto.

Uno se encuentra con comentarios confrontados en cualquier lugar. Es casi imposible que se aúnen criterios, pero ¡qué le vamos a hacer!

He estado en tres o cuatro ocasiones en este local. La primera al llegar: Nunca toman bien la nota de la hora o el lugar (fumadores o no), si es que la toman. Y el entorno no es para echar cohetes, apartado de cualquier sitio y con unas vistas de pena.

Aunque el servicio de mesa es correcto, el del personal brilla por su ausencia y cometen más errores que aciertos.

La comida aceptable y el cava también.

El local es tremendamente ruidoso por el público que lo frecuenta (cazadores de "bien" o empresarios, también de bien). Hasta el punto de que uno piensa que no va a volver, pero la proximidad ocasional y que nunca te dicen que no aunque no te anoten, hacen que haya vuelto esas veces.

¿Recomendable? Vosotros veréis.

Ayer comimos alli y nos sorpredieron con una sugerencia de cebolla asada con escabeche de bacalao, siguen la línea de innovación en cuanto a sugerencias, ademas de tener una carta que cambian cada tres o cuatro meses. buen servico en mesa y en vino. decoracíon muy minimalista.

Mi arroz meloso de pato y setas estaba algo insípido, la verdad, aunque era generoso en esos ingredientes. A la tarta tatin le pasaba algo parecido: estupenda presentación pero le faltaba un puntito de sabor. El resto de entrantes, calamares, timbal de sepia con ajoaceite, queso del casar con patata estupendos. El local es minimalista, las sillas cómodas y el servicio correcto. No tomé vino, no puedo opinar.