Decepción absoluta la que nos llevamos en nuestra visita a este restaurante. Nada está a la altura, ni el local, ni la comida, ni la carta de vinos, ni las copas. Menos mal que la atención al cliente es correcta. La carta se centra en el recetario extremeño y en la caza, pero su nivel deja bastante que desear. De entrada comimos revuelto de criadillas de tierra (un hongo muy habitual en la cocina extremeña) con espárragos trigueros, que pecaba de soso, pero que luego resultó ser lo mejor de la comida. Seguidamente arroz con liebre y, tras ello, conejo de campo guisado, unos, y venado con salsa de ciruelas, otros. Lo comimos por que teníamos hambre, pero no se disfruta de ello. El precio es muy ajustado (unos 25 €/ persona), pero el nivel de su cocina tampoco merece más.