La fuerza de la costumbre

Desde hace unos años en materia restaurantil cada vez me gusta menos arriesgar. De salir a la que saltaba, presentándome en los sitios sin reserva ni conocimientos sobre lo que allí podía encontrarme, he pasado con el tiempo a elegir con cuidado los locales donde llenar el estómago y no voy si no tengo mesa asegurada. Para bien o para mal me he vuelto un conservador en esta asignatura o, como diría un futbolero, juego a amarrar el resultado. Es por ello que cuando encuentro un restaurante que me gusta repito una y otra vez, y éste de hoy es uno de ellos.

De camino a Laguardia, como íbamos sobrados de tiempo, nos hemos desviado de nuestra ruta para llegar al pueblo de Briones, uno de los más interesantes de la comarca de la Rioja Alta. Además de por una arquitectura civil y religiosa digna de admiración, merece la pena visitar esta localidad para dar un paseo por el camino que circunda el exterior del núcleo urbano, que permite contemplar un paisaje de gran belleza que se extiende desde el Ebro, a nuestros pies, hasta la Sierra de Cantabria, al fondo. En medio el dominio del viñedo es abrumador y sólo se ve roto por la presencia de algunas pequeñas poblaciones llenas de encanto, como San Vicente de la Sonsierra o Labastida.

Al llegar a Laguardia pensábamos tomar algo antes de comer, pero de repente se ha puesto a llover y nos ha parecido mejor idea entrar al restaurante. Tras los saludos de bienvenida, nos han colocado en una de las mesas situadas junto a los ventanales, con lo cual hemos podido seguir disfrutando del paisaje riojano también durante la comida. La mitad de las mesas estaban ya ocupadas y al poco el local prácticamente se ha llenado. Llamaba la atención el alto porcentaje de público extranjero sentado a comer, que según nos contó la dueña del establecimiento visita cada vez en mayor número la comarca atraído por la oferta de enoturismo.

Desde nuestra última visita apenas ha habido cambios en la carta, por lo que cada vez es más difícil probar cosas nuevas. No obstante, siempre cuentan fuera de carta con varios platos de temporada. En esta ocasión hemos pedido para compartir dos personas un par de entrantes, que nos han servido tras un refrescante Gazpacho de sandía, tomate y melón a modo de aperitivo.
- Terrina de foie y liebre con vinagreta de frutos secos, naranja confitada y puré de manzana (15€): emplatado individualmente, se trata de un plato lleno de contrastes, pero en el que nada sobra, si acaso un pequeño montoncito de lechugas variadas que no aportaban nada y que volvieron a la cocina. A pesar de ello nos gustó.
- Escalibada con cochinillo en fiambre y langostinos (16€): original plato de estilo mar y montaña que no termino de convencerme.

De segundos pedimos cada uno un plato, pero acabamos compartiéndolos:
- Txipirones en su tinta (16€): elaborados al estilo tradicional, superaban con creces el aprobado.
- Civet de liebre (19€): he pedido este plato de caza ya unas cuantas veces y en todas me ha encantado. En este caso el guiso, estando bueno, no llegaba al nivel de otras veces debido a que la carne aún no había incorporado del todo el potente sabor de la salsa, quizás por falta de reposo tras la elaboración.

En el apartado de los postres Patxi Amelibia es un artista. Todos los que hemos comido en su restaurante siempre han sido memorables y esta vez no podía ser menos:
- Mouse de intxaursaltsa con virutas de idiazabal y dulce de membrillo (7€): rico postre de sabores opuestos pero bien conjuntados. A un amigo de Llodio le habría encantado.
- Hojaldre con manzana caramelizada y salsa de jengibre (7€): gulesco postre, tan gozoso como el anterior.

El apartado del vino está muy bien llevado, contando con una carta que mejoran día a día y con precios realmente buenos. La sección dedicada a Rioja abarca las ¾ partes de la oferta, siendo muchos de los vinos de productores locales. Las copas son de calidad (Spielegau) y cuentan con una amplia cava de conservación. En esta ocasión tomamos un Laderas del Portillo 2008 (28€), potente tinto de la bodega Ostatu, que maridó perfectamente con la liebre, pero como era de esperar vapuleó sin compasión a los dos entrantes. Terminamos la comida con un par de excelentes cafés solos invitación de la casa y dejando para otra ocasión en la que no hubiese que conducir los destilados a los que también nos convidaban.

Antes de poner rumbo a casa nos dimos un paseo por este pueblo amurallado, que atesora una belleza difícil de igualar.

  1. #1

    Kintiman

    Buenos recuerdos me traen este restaurante y la villa de Laguardia.
    Este finde tendremos una gran sesión por esas tierras.
    Nos vemos.

  2. #2

    Joseangel

    en respuesta a Kintiman
    Ver mensaje de Kintiman

    Eso espero. A ver si se enrollan las bodegas y no dan a catar vinos de nivel, que los tienen.

  3. #3

    Gastiola

    No sabía yo que tenías un amigo en mi pueblo.... :-))))
    Pues seguro que ese postre me gusta. Tengo yo algún día que animarme a probar este restaurante. Mira que he estado veces allí pero jamás he comido en Laguardia.

  4. #4

    Joseangel

    en respuesta a Gastiola
    Ver mensaje de Gastiola

    Que ese postre te gusta es fijo y además, según Sergio, que las probó, también ponen unas buenas manos de ministro con foie. La pega es que se sale de tu limitado radio de acción.

  5. #5

    JoseRuiz

    Yo no diría conservardor, sino que te has cansado de que te den en toda la frente, o en toda la cartera. A mi me ocurre lo mismo. Cada vez me cuesta más ir a ciegas, necesito la referencia de alguien de confianza, guía, internet...

    Por mi experiencia siempre que visitas una bodega de la mano de verema, te ofrecen lo mejor que tienen. Espero no tener que poner una excepción a esta frase después de este finde.

    Nos vemos en Haro.

  6. #6

    Gastiola

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    Aprovecho para contestaros a los dos. Aunque estoy de acuerdo con lo que comentáis de no arriesgar...... si no fuese por los "valientes" no tendríamos donde informarnos. Aunque eso suponga tener alguna mala experiencia que otra. Así que aunque procuremos ir a tiro hecho, de vez en cuando hay que "meter" el morro donde no nos llaman y descubrir "mundos nuevos" que encima podemos llevarnos sorpresas estupendas.
    Que no se diga de unos señores "echaos palante" como vosotros. :-)

  7. #7

    Joseangel

    en respuesta a Gastiola
    Ver mensaje de Gastiola

    Ya te he comentado alguna vez que uno de los papeles que estás cumpliendo en Verema es el de ir abriendo sendero en la nieve en el campo de la restauración. De esta forma, los que vamos detrás sabemos que ruta es la buena y cual no nos lleva a ninguna parte. Un monumento tenían que levantarte por tan importante labor.

  8. #8

    Joseangel

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    Pues si se cumplen tus pronósticos sobre las bodegas, creo que vamos a disfrutar mucho. De todas formas, aún siendo importante el tema del vino, lo que más me atrae del encuentro es conocer personalmente a amigos y compañeros de página. Nos vemos en Haro Jose.

  9. #9

    Craticuli

    Muchas veces más vale malo conocido que bueno por conocer. Siempre hay que tener galos seguros.
    Saludos.

  10. #10

    Joaquin1965

    Coincido en que no es conservadurismo... sino sensatez y sentido común. Está muy bien lo de voy a probar (alguna vez) porque si no pierdes ese encanto del descubrir cosas nuevas. Pero yo, cada vez menos: vamos a tiro fijo (y si no, esta tarde subo dos a Verema, que ya verás uno de ellos).

    Muy ben comentario!!.

    Saludos.

    Joaquin.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar