Tan imprescindible, si vas a Bruselas, como ver el Maneken Pis.
Probamos una cacerola de mejillones al vino blanco (unos 25€) y un plato de mejillones rebozados (11 ó 12), ambos muy ricos. Con 3 cervezas "de la casa", también muy buenas, por 50 € comimos los 3, si bien es verdad que no teníamos mucho hambre pero sí algo de prisa. Pan y servicio correctos.
Sí, está lleno de turistas, pero eso somos cuando salimos de nuestro pueblo ¿no?

Como en comentarios anteriores, se comen MOULES FRITES , aunque en mi caso, los mejillones estaban recalentados,y muy pequeños. Esta zona está plagada de restaurantes y turistas, por lo que les Moules están a granel. Los probé llenos, sabrosos, y con más calidad y cantidad en otros sitios alejados de la Grand Place y del bullicio de los turistas.
De cerveza tomamos Leffe.

Bueno pues igual que el anterior comentario, aquí se viene a comer mejillones "les moules", antes de cenar pasemos por este conocido lugar a tomar unos mejillones fritos que tenían anunciando en un cartel, nos pareció interesante, y acertemos, la primera vez que probaba los mejillones fritos, y la verdad que estaban muy ricos, y con las dos cervezas que nos metimos mejor que mejor, aunque más tarde en la cena, haciendo pico esquina con Chez Leon, en el restaurante Aux Armes de Bruxelles, deguste los mejillones crudos, algo que jamás hubiera pensado probar, los probé y quedé asombrado, ya que me gustaron casi, e casi, más que las ostras, un sabor muy suave y delicado, bueno pongo un par de fotos.

Muy cerca de la Grand Place, en una zona repleta de restaurantes, se encuentra éste, el celebérrimo Chez Leon, que ni es el más bonito, ni el que mejor se come, ni… Pero es el más típico, el que más ambiente tiene y el que ostenta la tipicidad de su superespecialidad en mejillones.

Local popular, manteles de cuadros, toque rústico, más a modo de taberna que de restaurante. Muy bullicioso, mesas juntas, pantallas de televisión, alegría…

De la cocina solo voy a hablar de los mejillones, porque aquí se viene a comer mejillones. Mucha calidad y cocinados de todas las maneras imaginables: crudos, al vapor, gratinados, fritos, rebozados… y con todos los condimentos posibles.
Los rebozados estaban soberbios, realmente curiosos, con una salsa especiada como de yogurt y mostaza.

Servicio rápido, eficaz y, aunque considerado, sin muchos miramientos. Tienen que atender la avalancha de demandas que reciben sin descanso, pues está siempre lleno.

Carta de vinos… ni la miré, nos tomamos unas buenas cervezas belgas que acompañaban de maravilla a los mejillones.