Es un restaurante Griego pegadito a la zona de Callao, en la misma cuesta de Santo Domingo (Parking en la misma cuesta).
Que nadie espere encontrar lujos ni grandes artificios, pero lo cierto es que en nuestra opinión tiene cierto encanto el sitio, aunque más para una cena desenfadada con un grupo de amigos que para una gran velada. Dos primeros, dos segundos, vino y postre: 40 euros por cabeza. Probamos, (Y POR DIOS QUE NADIE SE TOME LITERALMENTE LOS NOMBRES, QUE HABLO DE MEMORIA), para compartir, 'saltsiki', una especie de crema de yougourt y pepino con un pan de acompañamiento, interesante, y un hojaldre relleno de queso feta y espinaca, bien, y de segundos, 'exojico', que es un pan de pita crujiente relleno de patata, ternera y guisantes, y un cordero con nueces y miel, con un saborcito a leña delicioso. Una tarta de chocolate demasiado pesada fue el postre. Raciones generosas. Servicio normal. Tienen doble turno, así que sobre las once de la noche te dejan empezar a cenar sin problemas.
La carta de vinos es completamente mejorable: casi todos vinos griegos. Los dos más caros están a 23 euros. Probamos uno, que no estaba mal, eso si, en copas de batalla. Lástima que estas opciones 'normalitas' aunque cucas en Madrid las paguemos a precio de 'buen restaurante'.