Bueno, hemos estado ayer comiendo en este establecimiento cuatro comensales. Dos adultos y dos menores.
A la llegada, ese jardin llama la atención sobretodo en un buen dia para comer en la calle. Llegamos y nos indican nuestra mesa. Mesa redonda, amplia, con unas sillas comodas, cuberterí y copas bien. No hay manteles, pero a mi no es una cosa que me quite el sueño.
Ojeamos la carta y nos decantamos para compartir lo siguiente:
- Ración y media de rabas. Se pidió otra media pués estaban buenas y a las menores les encantaron.
- Croquetas. Ni malas ni buenas, normales.
- Pulpo. Tienen ensalada de pulpo, pero las menores lo comen solo con aceite y pimentón. Así lo pedimos y bueno... nos ahorraremos el comentario.
Medallones de foie a la plancha. Los compartimos Mila y un servidor. El foie estaba bueno (nada que ver con Las Piscinas) y el plato en si, sin misterio.
De segundo ambos nos decantamos por San Martín. Ambos sin sal, pero ambos llegaron con sal. A mí me toco l parte buena, el de Mila estaba crudo y estaba malo. Nadie nos preguntó cual era el motivo de no comerlo. Vamos, que llevaba en la cámara ni se sabe.
De postre, dos tartas de queso. Salvaron un poco la comida, todo hay que decirlo.
Dos cafes dieron por finiquitada la comida.
Bebimos un champagne cuyo nombre ni recuerdo. 40€ la botella. Ni fu ni fa, teniamos que haber pedido Veuve Cliqcuot (al mismo precio). Las menores, un kas de limón y dos bitterkas.
En definitiva... que si volvemos, tardaremos en volver. Total, 215€
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