Un oasis en el desierto gastronomico sudamericano. Restaurante regentado por monjas terciarias francesas, dan palmaditas en la espalda y sonrien mirando a los ojos, que ofrecen una digna cocina afrancesada en un agradable local del mismo convento. Es un remanso de paz en el farragoso trafico limeño. Está enfrente mismo del Ministerio del Interior, facil de encontrar. Precios muy modersdos para los bolsillos españoles. Muy recomendable. Lei que cantan el Ave Maria a las 21 h, quizas sea interesante oirlo.
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