Local con dos ambientes, copas abajo, restaurante arriba.
Restaurante con intenciones creativas, las entradas raciones escasas, croquetones con jamón ibérico, el centro aparece helado, el resto de entradas normales sin sorprender.
Los segundos normales en las cantidades y guarniciones, todos ellos se sirven con mucha mezcla de salsas (pedimos que fueran todas aparte), la hamburguesa llama la atención pero pierde fuerza cuando la incas el diente.
Los postres con una presentación muy basta y poco atractiva.
El servicio muy malo, totalmente despistado, como ejemplo, para conseguir que nos sirvieran un gin tonic de ginebra Citadelle, pero en vez de llevar limón, llevara pepino, lo explicamos 4 o 5 veces.
La carta de vinos no esta mal, tienen una pequeña bodega climatizada que no logra su cometido, ya que los vinos llegan altos de temperatura.
La botella (sin decantar) es puesta en tu mesa, te lo sirves tú, es de agradecer pues con la primera botella nos sirvieron el primer trago en la copa y echaron en las mismas las 3/4 partes de la botella.
Pedimos un Juan Gil y un San Román, el precio del vino como en todos los sitios, alto.
En la comida (3) valoro el servicio (1,5)