Estando en el precioso pueblo de Hervás y en temporada de setas estaba claro donde comer.
La sala no es muy grande pero se está muy cómodo con mesas amplias, sillas amplias. Ambiente clásico muy agradable.
El trato muy profesional y atento. Restaurante casi lleno entre semana.
Vajilla y mantelería en consonancia con el estilo del restaurante. Copas del vino de buena calidad.
Carta de vino muy corta, insuficiente, extremadamente clásica llegando en Rioja a poco más de Marqués de Cáceres, Ramón Bilbao... Buenos precios. Elegí un almirez a 21 euros.
Dos cartas de comida, la habitual y la de setas de temporada.
Pedimos:
Migas (buenas pero sin entusiasmar).
Ensalada de Amanita cesárea (entusiasmó, cantidad y calidad del producto).
Arroz cremoso de perdiz con gurumelos (brutal, sabor del fondo, punto del arroz, un vicio).
Solomillo de ciervo con boletus edulis (muy bien la carne y los boletus pero me arrepentí de no haber elegido también arroz, lo que debe ser laudatorio del arroz y no peyorativo de la carne).
Postre a compartir, tarta de castañas (jugosa, nada seca).
Café, agua y pan 42 euros pax.
Salimos encantados del restaurante y del pueblo.
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