Experiencia interesante algo subida de precio

El restaurante Alminar ofrece la posibilidad de cenar en una única mesa junto a una antigua torre de vigilancia conservada en sus jardines. Es un menú cerrado de 125.-eur en el que incluyen la soledad de la mesa, tu camarero particular y estar sentado frente al mar en una noche de verano. El servicio está atento a todos los detalles (velas, luces, decantado y servicio del vino, etc.) La comida no es espectacular pero cumple. Después de un par de aperitivos el menú consiste en ensalada rúcula y queso de cabra, langosta a la parrilla con una sopa de marisco (tipo bullabesa), filete de ternera ecológico con tomate y trufas. Prepostre con un sorbete de fresa, lima y menta. De postre tiramisú.
No es una cocina creativa pero está bien elaborada como por ejemplo la langosta a la parrilla (muy rica) o la carne jugosa y en su punto.
Carta de vinos amplia con variedad de regiones y países. Precios muy altos (de hotel en zona turística). Para beber Regina Vides 2003, un ribera que yo desconocía pero que tras decantarlo tenía un aroma esplendido, y un paso por boca algo más flojo.
Se termina con cafés, mignardies, copa y puro contemplando el mar. Caro pero merece la pena si valoramos su alto efecto sedante. El precio es sin vino.

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