Un oasis en medio de la mediocridad

La proximidad de las islas Baleares y, sobretodo, la cercanía del puerto de Dénia al pueblo donde resido, lugar de donde salen dos ferris diarios hacia las Pitiusas, ha forjado con los años una entrañable tradición: peregrinar hasta allí al menos una vez al año y congratularse con dos de las mayores pasiones que dan sentido a la vida: la naturaleza, en forma de bellísimas y singulares calas y la música. Se hace muy difícil renunciar a esa escapada anual y a todo cuanto la isla de Ibiza me aporta en el plano personal.

Hubo un tiempo en el que resultaba realmente económico viajar hasta allí. Pero eso pasó y los precios extraordinariamente altos que se cobran por el alojamiento en la ciudad d’Eivissa nos obligan desde hace unos años a quedarnos en zonas bastantes más económicas. Es el caso de Sant Antoni de Portmany, ciudad que ha visto en el turismo extranjero low-cost su mayor fuente de ingresos y que no ha querido desvincularse de él. Sus ventajas e inconvenientes tiene. Desde el punto de vista gastronómico me parece apabullante el triunfo de los segundos sobre las primeras.

Como un oasis gastronómico en el triste panorama hostelero de la zona, se erige esta casa de comidas situada en una tranquila calle del centro de la ciudad. El local constituye un verdadero remanso de paz en clara contraposición a las enormes terrazas de la fachada marítima con cartas interminables que aúnan en un mismo local cocinas de índole tan diversa como italiana, inglesa (si es que existe), tailandesa o india. La cocina del Rebost es sencilla, de producto y con guiños a la cocina tradicional payesa de la isla. Pequeños comedores en la planta baja de una casa de pueblo revierten aún más en esa sensación de tranquilidad y disfrute. La decoración es sencilla, clásica y con multitud de aperos y utensilios “de época”. Mantelería tejida, buena vajilla y cubertería digna favorecen mucho el marco en el que se desarrolla la cena.

Como entrantes compartidos al centro de la mesa tomamos:

Pan y allioli: Buen pan, prieto y bajo en sal con un allioli delicioso y repleto de personalidad. Nos sirvieron junto con ello un aperitivo cortesía de la casa: una especie de canapé atemperado de salmón ahumado. Rico.

Ensalada de “crostes” con anchoas del Cantábrico: Realmente no es una ensalada y representa la cocina más humilde y de subsistencia que se hacía antaño en la isla. Se desmenuzaban los mendrugos de pan duro sobrantes y se reblandecían a base de aceite de oliva y jugo de tomate de la huerta. Se aliñaba con más aceite, sal y ajo picado. En este caso, se acompañaron con unas anchoas troceadas. El encanto de la simplicidad.

Selección de quesos de la isla: hasta cuatro tipos de ellos que nos gustaron sin excepción. Todos sabrosos pero sin potencia exacerbada en ninguno de ellos.

Como plato principal yo tomé unos deliciosos canelones de carne. Rico el relleno de éstos y abundante, sedosa y envolvente la bechamel que los cubría. De los mejores que he tomado. Salieron para los otros comensales un entrecot de buena calidad y un pollo a la mostaza que me gustó precisamente por su salsa.

Carta de vinos interesante para lo que se maneja en los locales de la isla si nos apartamos de los lugares exclusivistas con bastantes referencias de vinos de la isla. Nosotros, sin embargo, nos decantamos por vinos peninsulares y disfrutamos de una botella de Bole de bodegas Borsao (DO Campo de Borja) y otra de Pittacum (DO Bierzo). Nos sorprendió y agradecimos la perfecta temperatura de servicio del vino, cosa también poco habitual por aquí: o salen calientes o directamente del frigorífico. Buenos cafés para rematar.

Servicio atento, amable y servicial que contribuyó a lo que fue una agradable velada y que me lleva inevitablemente a recomendar el local.

  1. #1

    Joan Thomas

    Buen descubrimiento que demuestra que todavía quedan restaurantes interesantes en tierras inóspitas, jejeje

  2. #2

    Antoni_Alicante

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Así es. Cenamos muy bien

  3. #3

    JoseRuiz

    Los inconvenientes se solucionan si cuentas con un "gastroexplorador" como tú de la Isla.

  4. #4

    Bouquet55

    Hola, el conocer el terreno es una gran ventaja.
    Saludos

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