Mala impresión

Restaurante situado próximo a la catedral de León, en una calle bastante transitada donde había observado en alguna ocasión la carta, no destacando nada fuera de lo normal, pero que prometía una visita.
La visita la realicé un domingo con mi mujer, y la verdad es que esperaba algo mas de éste Restaurante. Una vez solicitado el vino, tuvimos que indicar al camarero que cambiara dos copas, una con restos de pintalabios y la otra con restos de cal que denota que los camareros no repasan las copas. Por cierto la segunda de estas copas fue adjudicada con posterioridad a la pareja que sentó en la mesa contigua a nosotros. A la hora de servir el vino sirven al que lo prueba y a partir de ahí a el resto de comensales que se lo ponga ellos mismos que para eso tienes manos, a parte de que el vino bien merece una cubitera (Belondrade y Lurton).

De primero pedimos una lasaña de marisco, bastante pasable; y mollejas con foie, plato que cuando llegó a la mesa estaba totalmente frío, difícil de degustar así el plato solicitado. De segundo solicitamos Rabo de Buey estofado y Rodaballo; el rabo pasable aunque para mi gusto poco elaborado, y el Rodaballo, que pena de Rodaballo era de ración pero los 26 euros, bien merecen menos cantidad y que el pez hubiera nadado en aguas mas bravas, deprimente. Postre tarta de castañas.
Finalmente 118 euros comer dos personas incluido el vino. En León por ese precio puedes comer en buenos restaurantes donde te ofrecen producto y un servicio a años luz de éste restaurante.

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