Tipico restaurante orientado a dar de "comer" a los numerosos visitantes que llenan el pueblo especialmente los fines de semana.
Carta con platos clasicos con una elaboración en serie e incluso en algunos casos me atreveria a decir que de la lata al plato, los segundos engañosos, unas chuletillas de lechal, que siendo generoso el cordero estaba muy crecidito para su edad teorica, la paletilla de cabrito seca en su mayor parte y no realizada en su horno de leña.
Los postres penosos con la mania de la "natita" de Spray junto a ellos.
La carta de vinos al final de la de comida con pocas referencias, altas de precio, temperatura inadecuada al igual que las copas, nos decantamos por un Beronia.
Para probar otros locales.
Alto precio para lo ofrecido.
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