Me ha extrañado no encontrar ninguna reseña del Narru, pues actualmente es uno de los restaurantes más de moda en Donostia. El local cuenta con un pequeño comedor en la planta bajo calle, reservando la planta principal para una barra en la que se rinde culto expreso al vino y se pueden degustar pinchos de hechura compleja. El Narru se suma a una ruta que está convirtiendo el barrio de Gros en una pequeña meca vinícola a la donostiarra y de la que forman parte, en apenas 200 metros da la redonda, El Lagar y el Milcatas (dos “wine bar”) además de un par de buenas vinotecas. De todos ellos quizás es el Narru el que ofrece una propuesta de mayores miras gastronómicas. Carta corta y elaboraciones basadas en el producto, con algún toque moderno pero sin estridencias ni pretensiones. Lo que en definitiva asegura el éxito si además va acompañado de una buena puesta en escena (local minimalista pero acogedor) y un servicio amable, atento y profesional. Servidos en medias razones probamos unas almejas (de primera) a la plancha, verduritas (al dente) con una caldo de carne y jamón (no me convenció del todo), yema sobre migas de ibérico con colas de cigalas (a este plato le sobra el jugo de Idiazábal para mi gusto) y solomillo con gnoccis al parmesano. Todo prometía y si no salí más satisfecho creo que fue por la elección de los platos, pero tanto el producto como las elaboraciones eran de altura. En cuanto al vino, la carta abunda en las referencias de buena RCP actualmente en boga de distintas DO (como Juan Gil, Jiménez Landi o Dido). No es larga, pero está bien seleccionada, aunque se echa en falta la indicación de añadas (algo cada vez mas frecuente, y mira que cuesta poco). Los precios no son de saldo pero tampoco se pasan.Nos decantamos por un Cantos de Valpiedra (Rioja). Por lo demás, bien servido en copas correctas y a la temperatura adecuada. Aunque algo caro, un sitio notable.