Quizás esta ha sido una de las experiencias gastronómicas mas surrealista que hemos vivido.
Llegamos a las 10:30 y salimos de cenar a las 02:00. Sólo un camarero para unas 30 personas, o quizás más porque además de restaurante, Tragallum es tetería y este hombre también se encargaba de ese añadido al restaurante.
Carta escueta y mal presentada en un DIN A4. Podemos ver: tapas a 2 euros como almendras, aceitunas, cortezas… Unos tapas individuales a 4 euros. Y a elegir entre 4 carnes o 4 pescados a 14 euros cada uno de ellos.
Tomamos como tapas individuales, Parmesano de 25 años con tomate, mermelada de tomate y queso de cabra, pulpo seco laminado, y bonito en escabeche. El 50% de las tapas nos las presentaron en botecitos de cristal, que dificultaban su degustación. El pulpo estaba demasiado seco, el queso bueno pero es materia sin mas, la mermelada de tomate con queso de cabra nada nuevo, y el bonito estaba bueno pero con una pieza de 2 x 2 cm que era lo que entraba en el bote, poco pudimos hacer.
Con los segundos continuo el circo gastronómico, un magret de pato crujiente servido en un plato de 9 cm de diámetro imposible de comer por espacio y por su estado de carbonización. Y lomo de ternera, que lo trajeron troceado y metido en una especie de foundi con romero por encima, escaso además de un corte nada apetitoso.
Para terminar una crema catalana de chocolate, que no estaba mal.
La carta de vinos tendrá como mucho 16 referencias, clasificadas por pagos y D.O. Con la única información de las características de su terruño y el precio, no indicaba ni bodega ni variedades. Nos decantamos por un vino de Pago Guijoso.
En nuestra larga espera, nos quejamos al camarero en mas de una ocasión. Nos informo que le fallo personal de sala y de cocina, y que no podian atendernos como debían, que fuésemos otro día entre semana que la cosa cambia. Yo creo que esto no es suficiente, hubiera estado mejor hacer una llamada informando que ese día no nos podían atender en condiciones, porque la factura la pagamos en tiempo y forma.
El pasado jueves estuve en el Tragallum de Rafael Salinas, excelente cocinero y afitrión. Nos preparo un menú con tres entradas y dos medios platos. Satisfacción absoluta. El binomio Rafa-Nazario va dar que hablar en breve. Foie frito con tempura de acelgas, buenisimo, boquerones rellenos de espinacas, un clásico, excelente arroz con pulpo y cebolla y buen gazpacho manchego con perdiz. Cremoso de queso con trufa blanca, gentileza de la casa. Espectacular carta de vinos y tés. Enhorabuena.
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