Lo bueno se hace esperar

En primer lugar decir que el restaurante tiene toda la pinta de tratarse de un restaurante familiar, durante toda la semana traté de contactar, y hasta el mismo viernes al medio día no fue cogido el teléfono (grave error por mi parte no informarme una vez allí), y por el propio personal, ya que las dos personas de la sala tenían toda la pinta de tratarse de madre e hijo, y puestos a intuir, supondremos que la cocina está llevada por el padre. Digo ésto, por el hecho de que es un restaurante en el que el comensal debe ir predispuesto a ser paciente, desde la misma reserva (tal y como comenté, no llamaría menos de 10-12 veces repartidas a lo largo de la semana) hasta el propio servicio de mesa, ya que debido a lo abarrotado del lugar, y la escasez de servicio, los tiempos de la comida son definitivamente lentos, por lo menos hasta una vez empezados los primero, una vez atacados éstos, y hasta el postre, el ritmo es óptimo, lo cual no quita, para que desde que nos sentamos, hasta que se sirvió el aperitivo pasaron alrededor de 45-50 minutos, y alrededor de otros 15 hasta que ya se empezó con la comida propiamente dicha. Así que una vez apercibidos de éllo, y con la predisposición y paciencia suficiente, se puede disfrutar y mucho.

Siguiendo con la información y datos accesorios a la comida, el marco es incomparable, en pleno Valle de (H)Echo, en un pueblecito encantador, en una antigua casa (o pajar) de piedra rehabilitada, quizás le falta un "algo" a la decoración, pero tampoco desmerece, digamos que podría ser mejorable, lo mismo se puede decir de la vajilla y de la cristalería, aunque de ésto último se puede decir más, ya que es un tanto deficiente, salvo en el caso de que se pida un vino de más valor, en cuyo caso, las copas son sustituidas (detalle que a estas alturas de la película no queda lo refinado que pretende ser). Y en cuanto a la carta de vinos, más bien cortita, referencias muy típicas, tanto de la región como de fuera de ella, aunque no muy inflada.

Del tema exclusivamente gastronómico, nada que objetar, de hecho francamente bueno, desde el aperitivo hasta el postre, comida basada en productos tradicionales, con ligeros guiños más modernos, que en absoluto desmerecen la calidad y buen hacer en los platos, a saber:

Aperitivo (por cuenta de la casa): consistente en una fina lámina de mousse de foie, sobre gelatina de piña, acompañada de un poquito de escarola con granada. Muy rico, y generoso para ser un aperitivo.
Entrantes a compartir .
Alcachofa en texturas: Alcachofas naturales a la brasa, con salsa del mismo producto, y acompañado de unas láminas de almendra tostada y jamón, en lineas generales estaba bien, pero que sin duda fue el peor de todos. (9,5 €).
Raviolis de rabo de ternera y salsa de queso: Lo que el nombre indica, soberbios. (9,5 €).
Foie fresco a la plancha, sobre manzana, con salsa de yogurt y reducción de PX. Muy bien también, buena materia prima, y con elementos que conjugan perfectamente, pues es dificil fallar (14 €)
En cuanto a los segundos , mi mujer optó por el magret de pato a la brasa, riquísimo, y en su punto, a pesar de tirar a bastante hecho (unos 12 €), y los demás nos decantamos (y tanto) por las manitas de cerdo rellenas de foie y setas (12,6 €), sublimes, gloriosas, épicas, quizás les faltaban unas pocas setas más para ser divinas.
Postres
Pude probar un par, una tarta de chocolate blanco, que estaba buena, y unos buñuelos de chocolate caliente, que estaban deliciosos, resultando un final más que digno. Como nota curiosa, en la salsa de chocolate de los postres, llevaban un poco peta-zetas , toque simpático.
Junto con los cafés sirven unas piruletas hechas con chocolate blanco y naranja, que siempre es algo que se agradece.

Con cafés (1,20€), carajillos (1,80 €), y un par de chupitos de pacharán (1,40 €), 115 € de 4 personas. GRAN RCP.

La carta de la web está un poco desactualizada en precios y platos, aunque no difiere mucho, lo que puede pecar un poco de inmóvil, pero ¿y que más da?, hacía tres años que tenía las manitas entre ceja y ceja (precisamente desde una visita a Gaby, en la que ojeé la carta de la puerta, y desde luego que ha merecido la pena. Así que si váis por Hecho, sendas visitas a Gaby y el Cantaré son de obligado cumplimiento, cada uno en su estilo, son dos "must" del pirineo oscense

Para terminar, tienen menús de temporada, en este caso era de Matazía , por 20 € bebidas no incluidas, con un aperitivo, y un primero y un segundo a elegir entre 3 o 4.

  1. #1

    Nacho_G.F.

    Interesante y completo comentario amigo. A ver si este verano tengo oportunidad de hacerle una visita,..., aunque quizás en verano con el turismo y demás pierda algo.

  2. #2

    lair75

    Te veo este verano cogiendo los pirineos de punta a punta. :D

    Ya de paso, si vas haz noche en Casa Blasquico y así matas dos pájaros de un tiro.

    https://www.verema.com/restaurantes/36541-casa-blasquico-hecho

    Un saludo.

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