De lo mejor de los Pirineos

El restaurante está en el piso superior de una casa de piedra,hay que subir escaleras. La decoración es acogedora y las mesas bien vestidas.Buena música y servicio muy atento.

Comimos un menú. De aperitivo un carpaccio de presa ibérica. De primero unos boliches que son unas judías blancas de la zona con algún tropiezo y unas setas, unas eran trompetillas y las otras no recuerdo, buenísimos los dos. De segundo secreto con chips de boniato. Los postres espectaculares uno de helado con frutas del bosque y galleta y otro de tiramisú con apariencia de seta impresionante.

El menú eran veintipico euros con cafés salió 30€.

 

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