La terraza de La Lonja es pequeña, pero las personas que la atienden la hacen grande, Ricardo su jefe de terraza y compañeros bordan la simpatía, es la tercera vez que voy y no tengo curiosidad por los que hacen competencia alrededor. La rapidez en el servicio y la calidad de los productos y Doñana enfrente hacen de este restaurante un lugar a visitar, un regalo inexcusable para los sentidos.
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