Local situado espléndidamente, con buenas vistas a la plaza de la Reina. Las mesas algo pequeñas para el tamaño de los platos, apenas pueden ponerse tres platos si se comparte el del centro.
La carta de vinos está bien elaborada, sobre todo por la información que lleva, ya que incluye variedades y tiempo de crianza. Tomamos un malbec, Finca la Linda, resulto muy agradable de beber, había opciones de otros paises.
La carta de comidas sugerente y la realización correcta.
Toomamos pastel de puerros con roquefort y unos pimientos del piquillo rellenos de langostinos y erizo, que no resultaron ser tal cosa. Después un solomillo de ciervo con algo así como aromas de violeta, estaba exquisito, muy bueno.
De postre un sorbete de caipirinha, original pero no era una auténtica caipirinha
El café bueno también, lo cual no es muy frecuente en muchos sitios. Es un tema muy descuidado por la restauración, se creen que con poner un torrefacto ya es suficiente y se equivocan.
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