Fundado en 1858, es el café más antiguo de Argentina, bar y restaurante informal, de estilo clásico, altos techos, recargado pero con cierto gusto, pequeñas mesas de mármol, muy juntas y muy turístico, dónde se puede desayunar, comer, merendar y cenar. También ofrecen espectáculos de tango en directo cada noche.
La carta es muy amplia y abarca casi todas las posibilidades para comer en cada momento del día, elaboraciones dulces, saladas, para desayunar, merendar, para comer o cenar de una manera más informal, o incluso algo más contudente, como carnes a la plancha. Vajilla y cubertería funcionales. Servicio profesional, atento, dispuesto y rápido.
La carta de vinos corta y simple, va junto al menú, tal vez no sea el lugar más idóneo para disfrutar del vino.
Nuestra experiencia fue una comida informal, con ensaladilla, ensaladas especiales, pizzeta, bocadillo de jamón, café y para beber cerveza Quilmes. Todo ello por unos veintiocho euros, al cambio, los dos, incluyendo el 10% de servicio.
Imprescindible la visita por el sitio en sí.
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