Discreto, muy discreto

Restaurante situado en la planta baja de una casa de pueblo en la parte vieja de la ciudad de Ontinyent. Dispone de dos comedores, las mesas están demasiado juntas y la decoración con colores neutros y mobiliario neoclásico resulta anodina. No encontramos entre el mobiliario y/o la decoración ninguna referencia al "tendur" que es como denominan a la "mesa camilla" en Ontinyent.

La carta está compuesta por ocho o diez entrantes, básicamente ensaladas y verduras, tres elaboraciones de pasta, unos diez segundos entre carne y pescado y unos ocho postres caseros. La cubertería y vajilla, discretas. El servicio es atento y dispuesto.

La carta de vinos, junto al menú, está clasificada por tipos, sin indicación de añadas, muy corta y de referencias básicas. El vino se sirve en vaso pequeño, servicio de vino totalmente inexistente.

Nuestra experiencia para cenar fue: verduras a la crema de all i oli suave, creps de espinacas con gambas, pastel de carne (bueno) y costillas a la miel (un tanto secas), pan tostado con aceite, dos postres: uno de chocolate y el otro de arnadí (calabaza) muy buenos y un café. Para beber una botella de agua mineral pequeña y un Daniel Belda Shiraz 2002 (en declive), todo ello por 62 euros los dos.

Existen mejores opciones en la ciudad por ese precio.

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