Puigcerdà, "capital" de La Cerdanya y también de muchos barceloneses que tienen allí su segunda residencia de invierno. Abundan en la zona (Alp, Queixans, Llivia, Ger...) los restaurantes muy bonitos, muy acogedores, que combinan en muchos casos lo rural con el diseño, y que pretenden satisfacer a la potente burguesia catalana que frecuenta estos lares en especial en la temporada de sky. Desgraciadamente, y tras algunos años de recorrer prácticamente casi todos los restaurantes de la zona no he encontrado apenas alguno que me haya sorprendido de verdad, salvo por lo que hace referencia a los desorbitados precios que se gastan. Quizás salvaría "Can Ventura" (Llivia) y La Formatgeria de Llivia (cercano a Llivia), por lo demás casi todos prescindibles en que a comer se refiere.
Sorpréndeme entonces encontrar en un callejón de Puigcerdà un restaurante gallego que nada tiene que ver en decoración con sus competidores, éste es muy sencillo y sin pretensiones pero que en gastronomía desde luego les da a la mayoría mil vueltas. En la carta, aparecen almejas, berberechos, navajas y hasta pulpo a precios más que razonables y sobretodo con una calidad más que bien y aún mayor si tenemos en cuenta que estamos en la montaña. La ternera, el chuletón, lo traen de Lugo, y curiosamente es la mejor ternera que he comido en el Pirineo. El cordero, delicioso, tiernísimo, lo trae de Ourense (yo pensaba que en Galicia no había buen cordero) y para mí es su plato estrella, al horno con unas patatitas y una salsita de chuparse los dedos. Tampoco desmerece el pescado del día que te ofrece de viva voz. La carta de vinos es muy sencilla, cuatro referencias de las 5 ó 6 clásicas (albariño, rioja, ribera, ribeiro y penedès) pero lo importante en este sencillo local es la comida, el trato familiar y también el precio. Eso sí, el fin de semana como cada vez es más conocido, reservar es necesario, aunque es con seguridad, el único restaurante de La Cerdanya donde puedes reservar para cenar a las 23.00 sin problemas.