Espiritu de franquicia

EL local es una delicia. La comida buena, los entrantes castellanos, sabrosos, y el lechazo al horno, tierno. El vino (de la casa) un ribera falto de frío y de fuerza, la cristalería poco adecuada. El trato de los camareros agradable, simpáticos. Pero lo que más me llamó la atención fueron los tiempos de servicio, próximos a una franquicia fast food. No pueden preguntarte si quieres un aperitivo, que te pidas un vermout y a los 30 segundos te aparezcan los primeros en la mesa. Deberían cuidar estos pequeños detalles y mejoraría mucho la percepción. Pero insisto...la comida no está nada mal y a buen precio.

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