La verdad es que llevo todo el año con una ‘bicefalia restaurantil’ absoluta, de Larrén paso a Malkebien y viceversa, así que he decidido ir a otros sitios para evitar aburrimiento y ayer acudimos a la Alquería del Brosquil.
El local bonito como ya se ha comentado, nos tocó en el comedor acristalado desde el que se ven los naranjos, pero tanta afluencia de público (el local estaba lleno) hace que el ruido llegue a ser realmente molesto.
Mesa para tres correctamente vestida. Doble de Mahou para empezar y cacaos y almendras fritas como detalle, bien.
Elegimos Titaina (correcta), croquetas de bacalao con allioli (el allioli muy bueno, las croquetas correctas) y clóchinas que eran bastantes feas pero que tenían muy buen sabor. A destacar el horror de pan que te sirven, feo detalle que deberían de cuidar.
Paella de pollo y conejo para los tres, buena y de raciones más que generosas, parecía que fueran cuatro.
Para beber Viña Esmeralda de Torres, mezcla de Moscatel y Gewürztraminer, que llegó justo de frío y que con cubitera mejoró.
Para rebajar pedimos sorbete de melón (muy bueno) y de limón.
Cafés e invitación de mistelas y coca de llanda.
Bien, pero me preocupa que salí con ganas de los anteriormente citados, hoy intentaré probar algo nuevo.

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