Decepción. Comida poco brillante y servicio displicente

Servicio insuficiente y displicente, con su maître a la cabeza (Richard)que, no creo que están a la altura de lo esperado.
Tampoco resulta comprensible que un sábado mediodía, al 50% de ocupación, se les hubiera acabado las tortillitas de camarones, el arroz y el volcán de chocolate, teniendo una carta relativamente corta. No permiten medias raciones y los menús no admiten cambios.
Comida sin gran brillantez. Tomamos 4 personas: Entrantes (queso payoyo, pulpo vinagreta y foie a la plancha). Segundos: tataki de Tiburón, Rape, Picantón al escabeche y Cochinillo. 2 manzanillas, Viña Esmeralda, 3 copas de tinto y cafés.
No creo que esté ni de lejos a la altura de Rodrigo de la Calle, ni en concepción ni en ejecución.
Carta de vinos corta pero a buenos precios, sobre todo por copas aunque no fueran grandes caldos. Copas buenas y servicio malo.
Muchos detalles por pulir e insuficiente para que compense un desplazamiento a Rivas (el que no pare por allí)

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