Cuarta o quinta aproximación a esta interesantísima propuesta del barrio de Santa Caterina. Diseño apañaíllo y acogedor. Especialidad en currys y platos de lo que algunos insisten a denominar “cocina étnica” (que no sé que demonios es eso). Aquí la intención es elaborar buenos platos de origen hindú, pero sin renunciar a la cocina catalana más tradicional (bombas, calamares…). Su propietario es el mismo del restaurante del faro del Cap de Creus (Girona), por eso es más que recomendable que os pidáis el entrecot con la salsa del fin del mundo; una de sus especialidades. También tienen una amplia selección de vinos por copas, y os va a llamar la atención el armarito con sistema de vacío que tienen en la barra para el servicio del vinito.
Por cierto, estupenda la Moritz tostada de barril, que se puede degustar aquí y en poquitos locales más de Barcelona.
Fallos: las copas podrían mejorarse un montón. El espacio está bastante aprovechado y las sillas no són muy cómodas. Faltaban algunas referencias de la carta de vinos.

El resultado global es más que satisfactorio, además, el precio está ajustado. Volveré una quinta o sexta vez, segurísimo.