Un clásico coruñés

Después de haber empezado a mediodía una buena jornada gastronómica y enológica y haberla continuado durante toda la tarde, decidimos acercarnos a cenar a este clásico coruñés.

Tuvimos que esperar un rato debido a que no teníamos reserva pero amenizamos la espera con una copita de vino. Al final nos asignaron una mesa en la planta sótano. Las mesas con manteles de papel, aunque las copas están bastante bien (Schott).

Éramos 4 y, como teníamos poca hambre, pedimos para compartir calamares fritos (buenos) y un clásica rueda de ibéricos (jamón, chorizo, salchichón, patés, salmón ahumado, ventresca y anchoas), bien pero sin emocionar.

De postre, teniendo en cuenta la época en la que estamos pedimos filloas y orejas de carnaval, normalitas.
Cafés de puchero y chupitos de crema de orujo para terminar.

Para beber elegimos Abadía de Gomariz 2010 al que todavía le vendrá bien un buen tiempo en botella. Es importante destacar que la carta de vinos es muy importante aunque el servicio posterior no sea el más apropiado.

En resumen, un sitio en el que se puede picotear de raciones y tomar un buen vino, aunque en fin de semana sea un poco ruidoso por las cenas de grupos.

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