Blanca Paloma, Paloma Blanca. Bajo tu manto, quiero mi casa.

Y comer siempre ahí!!!! Madre mía qué delicia, qué mano para la comida y que bien se come ahí.

Pues ese fue el primer restaurante en el que hice reserva, porque había leído cosas muuuuuy interesantes! Y vaya si se cumplieron las expectativas.

Cuando entras la decoración, la barra y las mesas son las de un bar de los 80 más o menos, pero es que lo importante no es esa sala, sino la más pequeña de todas: la cocina. Porque ahí es donde se destila la magia. Yendo hacia el fondo hay un comedor más, de poca capacidad me pareció. Las mesas se reservan como pronto a las 14:00, porque este restaurante es una institución en la ciudad en cuanto al aperitivo, con su vermut y su tapita de empanada.

Bueno, pues allá que vamos con el peque pensando lo que iba a aguantar y vemos que nos sientan en el bar, lo que me alegra, ya que si el nene quiere bajar e la mesa o salir a la calle y se pone insoportable, lo tienes más fácil. O si se duerme, con el carro no molestamos a nadie. Buen detalle. 

Nada más sentarnos nos pusieron una tapa de queso y dimos buena cuenta de ello. Nos sacaron las cartas y preguntaron qué queríamos para beber, con lo que la respuesta fue simple: vino de Cangas. Entonces nos comentó que si  lo queríamos a copas para probar más referencias o a botella. Y la respuesta fue aún más sencilla: lo dejamos en tus manos. Resultado: sacó 4 referencias de la zona, con las que disfrutamos mucho, con 1 blanco y 3 tintos, presentando en cada ocasión la botella ante de servir. Como el nene no se estaba quieto, lo saqué a correr un poco y al entrar casi se mete en la cocina. Al verlo, uno de los hijos que lleva la cocina, se lo metió para adentro para enseñársela y comenzó a pereguntarle si quería ayudarles, a lo que el peque contestó que sí, jajajajaja. lo que me sacó una sonrisa enorme. Luego estuvo un ratito sentado y contento porque sabía que iba a comer

En lo que se dio prisa fue en tomar la comanda del nene, que empezaba a estar hambriento. Pedimos una fabada, para que comiera de cuchara, ya que le gusta mucho. Y nos preguntó qué más queríamos. Le dijimos que con cuántos platos para compartir nos quedaríamos bien y nos dijo "el nene no se comerá la fabada y os la acabaréis vosotros, así que con dos más ya estáis servidos". Esa honestidad me encantó. Y a continuación le preguntamos qué dos platos son lo que hay que probar sí o sí en el Blanco y sonrió, con una respuesta rápida: el bonito con su escabeche casero y los cachopinos de jabalí con queso ahumado de pría, acompañados de boletus y salsa de manzana. Con esta recomendación ya me hizo llorar.

Pues allá que vamos y con la deferencia de sacarnos la comida rápido para el nene. Lo primero que sacó fue el bonito y nos dijo que estaban dejando enfriar un poco la fabada porque sino el nene se quemaría. Pues el bonito fue un auténtico escándalo, con un escabeche casero que preparan ellos mismos (bueno, la madre). Deliciosos, sabroso, con un escabeche que realzaba el sabor del bonito. Se lo dimos a probar al pequeñajo y madre mía, cómo comenzó a comer. Lo devoraba!!!!!!! Normal, estaba de escándalo. Y de tamañano importante.

Luego sacaron la fabada y deliciosa, servida ya para que el nene se la pudiera comer sin quemarse la boca. Suave, ligera, nada espesa. Cargada de sabor, pero sin sabores demasiados fuertes. Textura suave y un compango que se deshacía de lo tierno que estaba. El nene dio buena cuenta de ello y nostroso también, porque la ración, de nuevo, era cumplidita.

Para rematar, mini cachopinos de jabalí, con queso ahumado de Pría, salsa de boletus y puré de manzana. EL COPÓN EN VERSO. Brutal, una carne tierna tierna, un queso que no se comía el sabor de esta, un empanado finísimo, una suavidad tremenda, unos boletus que aún conservaban un punto crujiente y una salsa de manzana con un punto ácido. El mejor plato junto con el bonito que probamos allí. Y eso en Casa del Río probamos cosas muy ricas.

El servicio del vino iba muy bien y estaban atentos a las copas. A partir de la tercera ya se mantuvieron a un poco más de distancia para no "obligarnos" a pedir más. Se ve que no me conocen, jajajajaja. 

Me preguntaron por el postre, pero estábamos llenos. Pensamos entonces en el peque, que quería un "premio". Y le pedimos un brownie de chocolate que estaba increíble!!! Se lo ventiló entero. Y de cortesía unos chupitos con los cafés.

Servicio muy bueno, incluso con todo a tope intentaron servir con celeridad y muy amables en el trato. Además, antes de irnos el nene quisó decirles que estaba todo muy rico a los que estaban en la cocina y salió la madre, que ya tiene su edad. Al ver que el nene le dio un beso y le dijo que le había gustado todo, la mujer sonrió y ese recuerdo se me ha quedado grabado.

Un restaurante con una comida de siempre, de calidad, de producto tremendo. Y con una mano para tratarlo brutal. Si vuelvo por la zona, ya sé dónde iré a comer. Pero además seguro.

 

P.D.: detalle a tener en cuenta es que tenían un pequeño obrador en el que si algún cliente era celiaco, compraban el pan (congelado, eso sí) si no tenían y te lo hacían al momento. Y en este aspecto ponían mucho cuidado porque si no me queivoco es la población española con mayor índice de celiaquía de España.

  • Bonito en escabeche

    Bonito en escabeche

  • Fabada

    Fabada

  • Cachopinos de jabalí

    Cachopinos de jabalí

  1. #1

    JoseRuiz

    ¿Blanco? Morao... te pusiste.

  2. #2

    Swinsword

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    Una miaja sí, jajajajaja.

    Una gozada de restaurante, de esos que vale la pena, que por mucho que hayas leído, te sacan una sonrisa de lo que gozas.

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