Segunda visita, si en la primera mi impresión fue buena esta vez fue MUY BUENA, pero empecemos por estos los peros: Viernes noche local practicamente lleno, excesivamente ruidoso (cierto es que había algunos grupitos numerosos), mesas demasiado pegadas, cierta falta de personal (que compesa con la profesionalidad de todos ellos, especialmente del "sumiller" y del otro hermano que creo que es el que prepara las copas), algunas mesas se quejaron de esto, y el último pero...al estar en una mesa al lado de las cristaleras las vistas son las que son (pseudo botellon del viernes).
El apartado vinicola es memorable, cuanto podrian aprender otros, excelente selección de champagne y a unos precios más baratos , en algunos casos,que en tienda, con un estupendo asesoramiento, me sugirió un Bernard Bremon, ( había comprado unas botellitas en la fisna y decidi probar otras cosas), de los tres champagne que tenian en carta, que me gustaban (si lo se no los conozco todos)y que mi hipoteca y demás vicios me permiten pagar me dijo "la botella que más me jode venderte es el Paul Bara millésime 2002, es mi última botella", que estuvo soberbio y aguantó perfectamente toda la cena aun precio muy razonable 48€, respecto a la comida siempre tienen sugerencia interesantes fuera de carta, maravillosa la hamburguesa de presa iberica cortada a cuchillo, quiza el punto más flojo sean los postres. Imprescimdible la copa post (o pre) cena , en este caso un old-fashion bien hecho (por fin) y un gin tonic (me parece a mi o cada día sale una Gin nueva). Absolutamente recomendable y con una buenisima RCP. ¿Para que hacer experimento (caros además) cuando tienes un valor seguro? Un lujo para los madrileños.-