Decididos a pasar los últimos días del año en Madrid y con cierta ansiedad por probar algunos de los locales que llevábamos guardados en la agenda, nos presentamos, en poco más de una hora desde nuestra llegada a Atocha, en El Padre.
Reserva previa, quedando alguna mesa aislada sin ocupar. Lo primero que me llama la atención al entrar es la penumbra de la atmósfera, tema ya comentado en anteriores crónicas, a la que no me terminé de acostumbrar. Decoración de corte moderno, combinando tonos claros con oscuros, con lámparas curiosas de luz cálida y escasa, mesas vestidas con camino con separación entre ellas tirando a justa.
Mientras nos acomodamos y comenzamos a leer la carta nos ofrecen un aperitivo consistente en unas rodajas de Chorizo Zamorano con unos Picos de Pan que acompañamos con una cerveza de barril y un vermouth rojo.
Tras debatir la fórmula ideal para poder degustar el mayor número de platos posible hubo consenso, todo a compartir al centro aunque la mayoría de los entrantes resultaron ir emplatados de forma individual. La cosa quedó de esta manera:
Los Huevos del Padre (con perdón). Clásica versión de un plato de básicos ingredientes pero que necesitan de un buen manejo para ofrecer un magnífico resultado como fue el caso. Eficaz familiaridad.
Croqueta Casera de Rabo de Toro. Bajo la superable cobertura crujiente aparece un casi perfecto equilibrio entre una densa besamel que catapulta el notorio sabor de la carne presente. Belleza interior.
Crepe de Marisco. Envoltorio medio crujiente en los extremos con sabroso interior marítimo que desapareció en dos zambullidas. Profesional.
Mollejas de Cordero Encebolladas y Ligeramente Trufadas. El embrujo de la experiencia zamorana de hace unos meses continúa vivo y resulta irremediable pedir unas mollejas cada vez que las veo en carta. Buenas, melosas, con una rica salsa de fondo cebollero de toma pan y moja. Bendita maldición.
Chipirón a la Plancha con Aderezo de Jengibre. Sencilla preparación del cefalópodo que venía acompañado de una salsa a medio camino entre dulce y un punto picante que no me llegó a transmitir. Entendimiento sin flechazo.
Tataki de Lomo Bajo con Tirabeques. Montada en una pizarra compartimos la pila de láminas marcadas de ternera blanca zamorana con un marinado patente y equilibrado. Se acompañaban de unos crujientes tirabeques. Toque y calidad.
Poco más puedo aportar, dado que todos los platos disfrutados resultan tradicionales de su carta y están sobradamente detallados por los compañeros en anteriores comentarios. No llegamos al postre, estábamos colmados.
El pan servido fue un panecillo chapata nada destacable al igual que el café solo tomado.
Para beber, agua y cava. Excelentemente aconsejados nos presentaron tres opciones para acompañar la comida decantándonos por el espumoso. Tomamos un Gramona Argent Rosé GR 2009 perfectamente servido. Para las exigentes mollejas, sin cambiar de uva, tuvieron el detalle de invitarnos a una copa de Auxey-Duresses 2010 que le fue sencillamente genial.
Servicio correcto en general debiendo hacer especial mención a los mimos recibidos, a neófitos como nosotros, a la hora de pedir la bebida principal de la comida. Explicaciones amenas, humildes, cercanas y simpáticas de un autodenominado “friki” del vino que hacen sentirte muy cómodo.
En conclusión, se percibe que la empresa funciona y a tenor de los comentarios previos se le augura buen futuro en la tormenta global actual. Buen producto con algún detalle mejorable en la ejecución que no empaña, en absoluto, un buen resultado final y asociado a un trato de la bebida formidable, perceptible incluso para el que suscribe, con detalles que calan en el cliente que no puede hacer otra cosa que recomendarlo. Si eres buen hijo… ¿cómo no vas a ir a visitar a El Padre?
Excelente comentario para un sitio que a pesar de la qué esta cayendo, se afianza con su propuesta día a día.
Saludos
Me imagino que ese Auxey-Duresses 2010 sería del Domaine Lafouge. Muy buen vino, fino, con acidez y ligero, aunque con esas mollejas un Champagne es inmejorable, la última vez que anduve por allí, David nos abrió un Deutz del 82 que les hizo todos los honores…
En Madrid hay restaurantes mejores por supuesto, pero este, en su conjunto, es imprescindible.
Saludos,
Eugenio.
Y comimos con CAVA!!! Ya voy sacrificando mis cervezas... en alguna ocasión.
La verdad es que el cava estaba espectacular.
Muchas gracias!
Se palpa durante la estancia una sensación de ilusión por una empresa y eso se transmite y engancha. No me extraña que se afiance.
Un saludo
Así es Eugenio. Nos gustó mucho y acompañó bien. Desde luego mis conocimientos son nulos pero me pareció sencillo, sin dobleces, sincero, ja, ja, ni siquiera sé si estos adjetivos se pueden aplicar a un vino.
Incluso nos ofreció los datos de la tienda donde adquirirlo. Son detalles que cuentan... y mucho.
Un saludo
Bueno, bueno, por algo se empieza, aunque ya sé que la que nace cervecera no renuncia a sus orígenes, je, je!
Estaba impresionante.
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