Estuvimos un día de agosto alojados en el hotel, y pudimos disfrutar del restaurante tanto en la comida como en la cena. Han añadido una cavita para la conservación de los vinos, y aunque no tenían todas las referencias de la carta por tratarse del primer día después de vacaciones, pocos peros se le pueden poner a un sitio así.

RCP difícilmente superable. Cuando te 'quitan' 38 euros por dos confits de pato, respetables, con un plato de buen jamón ibérico y una ensalada de ventresca, con una botellita de Petit Verdot, tus cervezas, tus copas... También probamos un buen chuletón de ternera, buenas chuletas, los quesos asados con mermeladas, pimientos del piquillo. El único pero a la carta es la ausencia de pescados.

De la carta de vinos nada nuevo que no se haya comentado ya, aquí lo mejor es disfrutar de los Jumillas: un buen Petit Verdot de Casa de la Ermita, un Altico de Carchelo (o un canalizo tirando hacia arriba), los Juan Gil, ese syrah de Valtosca, y muchos otros.

El servicio fue atento y muy amable todo el día. La verdad es que estuvimos encantados. Muy posiblemente volveremos.

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