Comida en solitario

LLegada a Málaga y necesidad de cenar cerca del hotel veo que a poca distancia caminando está este local que tiene unas críticas aceptables en Verema, y allí me voy.
No recuerdo la última vez que cené sólo, aunque más triste es desayunar sólo.

Local de aspecto de mesón, como su nombre indica y con decoración interior acorde. Carta de vinos importante, más de lo esperado, incluso con bastantes opciones de medias botellas y botellas de 50 ml; pero muy clásica. Carta de comidas de corte castellano fundamentalmente con algún guiño al resto de cocinas. Parece además un buen sitio de tapas, vinos aceitunas y jamón.

Estaba solo en la mesa, y en el restaurante, mientras daba cuenta de unas olivas partidas y un buen pan con un aceite El Cerro ya en botella no rellenable (mirando al futuro) y con un punto amargo final interesante.

Entra una pareja jóven de enamorados y más tarde una pareja de, creo, guineanos, con mucho oro en los dedos y muñecas pidiendo un vino caro para cenar mientras negociaban en voz más que alta la compra de una parcela de más de 10000 metros en la capital para apartamentos y centro comercial. El dueño (o encargado, porque se notaba que no estaba contratado por horas), muy amable y servicial, se le notaba que no es el tipo de cliente que le gusta, lo que me permitió comentar alguna cosa sobre el vino dulce final. Me decido, entre las botellas de menor tamaño, por una de 500 ml de Viña Pomal reserva 2004.

De primero un foie fresco a la plancha, poquita plancha, con reducción de PX, mermelada de naranja y de cebolla caramelizada con unas lonchas de pan tostado que casi me dejé porque el bollito de pan estaba mucho mejor.

De principal un buen chuleton de buey, con sal Maldon, sin preguntar el punto, lo cual me da terror, pero dado el tamaño no podía ser de otra forma; muy buena de sabor, tierna y más que suficiente ración.

Tenía propósito de no pedir postre, pero me ofreció algo propio de la casa: esencia de chirimoya con granos de granada. Muy suave, bien de dulce sin excesos, aunque sobró por lo abundante de la ración. Para el postre aunque aún me quedaba vino y eso, que me fuí a Rioja para que fuera de más trago largo, pero para un ligero descanso y algo de conversación me recomendó un PX de Los Pedroches caoba y yodado como los clásicos.

No hubo café ni más opciones porque no cabía más, porque mañana toca pescadito y marisco y pasado uno de las ilusiones del viaje: Dom Vinos. Ya no estaré sólo.

Un local de aspecto muy poco andaluz, pero que podría competir en cualquier lugar de Castilla, en calidad de carnes y variedad de vinos.

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