El secreto mejor guardado

En el sótano de este abarrotado local, que en su planta a nivel de calle sirve una extensa selección de pinchos, canapés y raciones, encontramos un recoleto comedor sólo para 8 mesas, unos 32 comensales por servicio, 32 afortunados que pueden disfrutar bajo la personal, cercana y exquisita dirección de Tomás, tanto de unas originales elaboraciones de cocina fusión como de las clásicas tablas pucelanas que pueden encontrarse en otros lugares cercanos, como La Criolla, todo ello acompañado de una cuidada selección de los vinos de la región. No en vano, Jero regentó durante lustros la segunda marca de La Criolla, el bar restaurante La Mina, que, muy al pesar de Francisco Martínez, cocinero jefe de La Criolla, acabó convirtiendo en la primera marca. No obstante, en las últimas visitas se echa en falta nuevos platos, y, las escasas novedades no acaban de dar la talla. Pronto volveremos.

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