Tercera visita a este restaurante.
De aperitivo: patatas fritas y unos langostinos hervidos.
De primeros:
Cargols a la llauna con dos salsas (Excelentes)
De segundos:
Pies de cerdo gratinados con alioli suave con judias blancas y escalivada (Excelentes)
Conejo al horno a las finas hierbas (medio conejo) con patatas y champiñones (Muy
tierno)
De postres:
Carpaccio de piña con helado de coco (Bueno)
Fresas marinadas con helado de tomillo (Excelente sabor, demasiado frío)
Pan de coca de Folgueroles con tomate (Cuando los restaurantes pondrán un buen pan como este en las comidas?)
De beber: Sangría (Normal, ideal para este tipo de comida)

Excelente y amable servicio, pero se les escapa de las manos con el restaurante lleno.
(Llegamos a las 13h. Solo una mesa ocupada, salimos dos horas y media mas tarde, se equivocaron en algunos platos en otras mesas, lastima porque la comida esta muy buena.

Este local es una braseria y también añade a la carta algún plato con toques de originalidad y productos de la tierra. El resultado en mi caso no fue demasiado convincente. Nos pusieron en una mesa minúscula cuando el local estaba vacio y no se preveía mucha más clientela. Nos pusieron además en un rincón donde no llegaba el aire acondicionado y teníamos al lado una nevera de helados que hacía un ruido infernal. De primero una ensalda con cigronets i tomàquets de Montserrat bastante buena. De segundo cuixa de cabrit y costelles de cabrit. En ambos platos la calidad de la carne no fue excesiva y el acompañamiento del plato (unas patatas con butifarra) resultó excesivamente grasoso. El postre sin pena ni glòria. 60 euros 2 pax que no se merecen...