Situado en la plaza del barrio de San Francisco, muy cerca de las murallas, de ahí toma el nombre del restaurante. Está un poco alejado de la principal atracción turística de Ronda (El Tajo).
Dispone de dos ambientes, una barra apta para el tapeo y un pequeño comedor con las mesas muy, muy juntas, casi pegadas unas a otras, tal vez sea el único pecado de este restaurante, la optimización del espacio en el comedor.
Manolo, su propietario, ejerce como maitre, sumiller y cocinero (tal que un hombre orquesta).
La cocina está basada en el producto, es decir cocina de mercado, la oferta es variada y amplia. La carta de vinos sorprende por su variedad, buena selección y precios comedidos. La cristalería bastante buena y el servicio del vino más que aceptable.
Nuestra experiencia fue para cenar y compartimos todos los platos: chantanelas (setas), calamaritos con trufa y rabo de toro, de postre chocolate blanco y negro y un buen café. Para beber agua mineral y un tinto local “A pasos”. Todo ello por 70.62 euros para dos comensales.
Queda algo alejado de lo que podríamos denominar como "circuito turístico de Ronda" (apenas 15 minutos andando desde el Tajo), pero altamente recomendable. Imprescindible reservar.
Realmente el comentario lo he puesto ahora, pero si te fijas la visita fue a principios de abril, en semana santa, así es que no sé si ahora estarán en temporada. Desconozco si es cultivada o no, pero si recuerdo que eran muy sabrosas.
Saludos,
Jose
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