Celebrando mi cumpleaños

Antes de escribir una pequeña valoración, agradecer al amigo Chini su comentario anterior de este restaurante por el cual he podido conocerlo.
Local, que según me comentan algunos amigos más habituales de Calatayud, parece ser una de las referencias gastronómicas de la ciudad, uno de esos lugares que actualmente cualquiera te recomendaría si preguntases a donde dirigirte.
Como Chini ya realizó una acertada valoración anterior me limitaré a señalar las impresiones que me causó el local y la cena.
El sitio es agradable, se cena con amplitud, la decoración de estilo rústico y cabe destacar por si alguien desea visitarlo que existe una especie de sala privada que aunque en contacto con el comedor principal otorga algo de intimidad, por la amplitud del mismo supongo será reservado para grupos que lo soliciten.
Como señala Chini, la cena empieza con unos pequeños platos de longaniza, que acompañan con pan rústico tostado, tomate y ajo, estos enteros que tienes que pelar y untar en el pan. Un buen comienzo.
Cenamos cinco personas, pidiendo croquetas de jamón de jabugo, grandotas y jugosas. Tostaditas de foie con compota de manzana, correctas. Finalmente, almejas a la marinera, correctas también.
Segundos. Dos platos de lubina salvaje con calçots y romescu, excelente. Ciervo, buenisimo. Adobo de jabalí, bueno pero en la comparación con el ciervo quizás algo seco. Y bacalao desalado con sus callos, también excelente, pero ojo, a nosotros nos gusta el bacalao desalado poco desalado, je je, que lío, para quien no sea amante de los platos salados es desaconsejable.
Postres. Tarta de trufa con helado (mal momento para la valoración de postres después de la cata de vinos dulces y postres que hice la semana pasada), normal. Crepes con mermelada y chocolate. Bueno. Arroz con leche, que no probé, pero como no hubo queja ni vitores, entiendo que correcto.
Vino y servicio, servicio y vino. La carta como ya se comentó está bien, estoy seguro que no habrá en la zona una más completa, lo que quizás tampoco es el piropo que pudiera parecer a priori. Me gusta además que haya amplia referencia de la zona. En cuanto al servicio del mismo me sorprendió un poco que un local que trata al vino al mismo nivel que la comida, no como en otros lugares donde parece que hay vino porque tiene que haberlo, no tenga un servicio acorde. Tomamos Baltasar Gracián viñas viejas, 2006, me gustó, pero nos sirvió la botella como si de agua se tratase, la abrió y lleno las copas. Cuando finalizamos la botella decidí indagar más al respecto, y viendo que ibamos a comenzar los segundos decidí dejarme aconsejar, condiciones, no ribera ni rioja y una opción superior a la primera. Demasiadas condiciones, al final me comentó que habían sacado un vino nuevo de la zona. Tul, viñas viejas 2007, otra garnacha. Bueno por lo menos me entretuve comparándolo con el primero. Más goloso en nariz pero no me gustó tanto en boca como el Baltasar Gracián. Sustituí como siempre el café por un oporto.
Aparte de esta circunstancia, las camareras son agradables pero tímidas, no demasiado cercanas, aunque supongo que esto habrá a quien no le importe demasiado.
Conclusión, un buen lugar para la comida tradicional y que puedes acompañar con un buen vino.