Sorprendente y recogido comedor en el que degustar platos poco o nada

Sorprendente y recogido comedor en el que degustar platos poco o nada habituales para un menú de 15,00 eur. (sin bebidas)
Hemos estado dos veces y en ambas el ambiente, el cuidado de la mesa y los productos servidos nos han dejado con la boca abierta.
Dos pequeños (o grandes) inconvenientes: no es fácil que te admitan cuando el hotel está completo, y los horarios son algo limitados: cierran el comedor a las 16.30 y a las 23.30. Por lo demás, de lo mejorcito que he probado en años.
Con respecto al vino, una carta de más de 30 refernencias, con algunas omisiones importantes, pero muy bien surtida, a precios en consonancia con la comida. De entrada, te ofrecen la posibilidad, sin que lo pidas, de que lleves contigo la botella con el vino no consumido. La cristalería, Borgoña, de Spiegelau: estupenda para "los Bierzos".

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