Preciosa masía cerca de Nou Barris y El Carmel en Barcelona.
La pérgola muy agradable, fresca y umbría.
Carta clásica bastante extensa. Carta de vinos un poco descompensada sin gamas medias, o vinos muy sencillos o gamas más bien altas. Pedimos el vino por eleminación pues queríamos algún blanco con crianza pero que no pasara de los 40€. La verdad pocas opciones. Sorprendente también que disponiendo de vinos de gama alta sólo tengan un modelo de copa de vino que más bien es copa de agua, muy abierta, de vidrio y muy gorda. Consultamos este punto y nos confirman que son las únicas disponibles. No se entiende.
Cuando nos trajeron el vino nos lo dieron a probar y sirvieron a todos excepto al que lo probó., dejaron la cubitera con el vino junto a la mesa en el suelo y no nos volvieron a servir, así que nos tocó agacharnos en repetidas ocasiones.
La comida bastante mal, al menos lo que probamos. El jamón bueno pero cortado muy gordo, el pan con tomate blandurrio, llevaría hecho unas dos horas, chuletón de ternera muy hecho (lo pedimos al punto) y bastante jasco. Suquet de rape bastante vergonzoso, soso y seco. El allioli malo (yo creo que de bote). La ensalada de tomate, pese a estar en temporada frutos muy insípidos, el bacalao muy salado... Por suerte los canelones muy ricos y las ensaladas de espinacas con bacon y helado de roquefort, pese a que sustituyeron el bacon por virutas de foie sin consultarlo, bien.
De postre tarta de cumpleaños también muy floja y nos invitaron a cava.
75€ por persona, que pagaría encantado si la comida fuera agradable dado lo excepcional del entorno, pero visto lo visto es mejor acercarse a tomar el aperitivo o los cafés.
El servicio flojo y poco atento aunque cortés.

Precioso enclave, sobretodo la terraza de verano.
Muy sosa la esqueixada de bacallà (como si estuviera muy lavado) y los caracoles son
sencillamente infames, blandos, blandos y requeteblandos. Ojalá pongan remedio p.q el sitio me gusta mucho.

Emplazado en una magnífica masía del siglo XVII, el local ofrece un ambiente rústico muy conseguido que convierte en única la experiencia de sentarse en una de sus mesas.

El nivel de la comida (elaboración, sabores y presentación) es acorde con el precio que se paga. Sin embargo, es una cocina muy convencional carente de guiños creativos.

En cuanto al servicio, en general, bastante descuidado en todos los aspectos. Respecto al vino, tienen una carta extensa aunque considerablemente desatendida y poco actualizada. Faltan referencias nacionales de gama media alta (especialmente en blancos) y, en cambio, cuenta con alguna grata sorpresa extranjera. En este sentido, es incongruente. Se puede vestir una buena carta sin la necesidad de recurrir a vinos extranjeros que, en muchos casos, la mayoría de la gente no debe ni conocer.