Totalmente de acuerdo con vuestra valoración. Se pasaron cuarenta pueblos y varias curvas.Debo confesar que yo ya conocía el lugar y tenía mis reticencias, pero con Lera cerrado y con El Chivo de vacaciones no había mucho por donde elegír en la zona. Además, lo que no tiene perdón, es que el cocinero fue avisado... y se supone que se "esmeró" por recomendación de... Quizás mejor que no lo hubiera hecho. El hojaldre y el pulpo pasables pero el queso (de lo mejor de la zona) pecó de escaso y caro. Las patatas de juzgado de guardia, pero si a álguien se le ocurre pedir la carne al "punto" que la pida por favor, cuatro puntos por debajo del punto del parrillero, a lo mejor así nos entendemos. Los "afortunados" eligieron bien el lechazo, acertado (de aprobado) y generoso en la ración (también en el precio).

La carta de vinos está bien que sea un escaparate de la zona. Pero no tanto. Ni un Ribera? Ni un Rioja? Y los precios pasadísimos. Duele que el bodeguero se lleve 15 de los casi 40 que facturan en carta. Y directamente al café con leche en vena (la pedí, pero no me pusieron la jeringa). Con el congelado de las patatas hubo bastante. Lo dicho, para no volver.....

Situado en una buena zona, recomendado sobre todo por sus carnes por amigos de la zona, fue una absoluta decepción.
Pedimos distintas entradas, bien en general el queso, el revuelto de morcilla y boletus, sin historia el hojaldre de puerros y gambas al igual que el pulpo, de segundo cada uno pidió su carne y en mi caso (en el caso de todos) fue pedida al punto y vino muy hecha, un chuleton de ternera espectacular aparentemente, con un sabor que indicaba que se había pasado en cámara, las patatas que lo acompañaban congeladas.
El servicio lento y escaso que aparecía y desaparecía por largos periodos desesperantes.
Tomamos un José Pariente a buen precio, pero claro del 2006 y un San Román por casi 40€.
Desde luego no volveré si estoy por la zona.

Y es que el entorno privilegiado, a cino metros de la Colegiata, el ambiente castellano etc. hacian presagiar algo interesante que se empezó adesvanecer por momentos.

La carta ofrecía pocas alternativas, la carta de vinos concentrada en exceso en los vinos de la zona, sin mucha posibilidad de otras opciones. Copas poco adecuadas.

Pero lo peor estaba por llegar en forma de chuletón con un excesivo sabor a cámara, y solo sabor a cámara, una impresentable guarnición de patatas congeladas, que elevan a categoria gurmet a las que te ponen en cualquier burguer.

Cuando se les apuntó el detalle del congelado comentaron su fama en la zona por las carnes, y que "es lo que ponemos", menos mal que no dijo "es lo que echamos", en fin. Pero el caso es que ninguno de los dos chuletones ni de los tres entrecotes llego en el punto que se pidó, todos pasados y secos, fama???

Y en tierra de vinos, donde se supone que saben de vinos, te colocan sin pudor una añada trasnochada (2006) de un Jose Pariente, sin avisar.

Es lo malo de estos restaurantes que se llenan de excursiones, al cobijo de un entorno monumental privilegiado, sin ningún tipo de exigencia mínima. Una verdadera pena.