Restaurante ubicado en lo alto del parque San Pedro, con unas vistas excelentes de la ciudad. Lástima que la noche no acompañara mucho y las vistas se vieran enturbiadas por algo de lluvia.

Mesas amplias y cómodas, bien vestidas. Copas correctas.

La carta de vinos es amplia, tomamos un alvariño, Granbazan Ambar, bastante bueno (20,52) y un Godello, Valdesil (19,44).

Compartimos de entrantes las láminas de foie: viene presentado un cuenco de hielo lleno de virutas de foie: la ración es inmensa, pero el foie nos resultó algo insípido. También tomamos el duo de croquetas de la casa, mitad de jamón mitad de gambas, bien sin más.

De segundos tomamos un espléndido trozo de rodaballo al horno sobre patata panadera, muy bien, y los medallones de rape con queso gratinado, bastante bien también. Rematamos la comida con una manzanilla y un café con hielo.

El precio es con una botella de agua, una cerveza y las dos botellas de vino mencionadas.

Con motivo de una celebración muy especial con mi pareja decidimos hacer una reserva la semana pasada. Poco más puedo añadir al resto de las opiniones favorables: localización idílica, servicio muy profesional, comida excelente y muy bien presentada...

A mi, en particular, me encantó el salpicón de langosta; también las zamburiñas (uhmmm, riquísimas) y, en especial, la brocheta de langostinos y cigalas con piña... claro que, a decir verdad, no sé si estaré siendo del todo objetivo porque, mirando a mi mujer, se me va el santo al cielo y al final todo me parece divino. Imprescindible: ir bien acompañado.

Es cierto, las vistas son espectaculares, pero también es cierto que la luz interior es totalmente inadecuada, impidiendo que se genere una atmósfera acogedora y ni mucho menos dejando ver la bahía coruñesa. En fin...de primero comimos zamburiñas. Realmente espectaculares, produciéndose en la boca una auténtica explosión de sabores. Las mejores que he comido nunca, y no soy de los que fácilmente se impresiona. De segundo lubina del cantábrico al horno para dos. También deliciosa, aunque podría haber sido para 3 tranquilamente. La carne excelente y el punto de cocción el adecuado. Quizás y dadas las dimensiones del bicho con menos "acompañantes" hubiese quedado mejor el plato, ya que además de patata panadera, había unas aceitunas y una especie de pisto. Que nadie se asuste, la cocción era tradicional!!
La carta de vinos sorprendía por su extensión en D.O. aunque luego dentro de cada una sólo había uno ó dos exponentes, salvo de las consabidas Riojas y Riberas. En cualquier caso bien. También bien, mantelerías, copas, cubiertos. Un buen lugar para repetir.

Es un restaurante que está ubicado en un precioso mirador desde donde se ve toda la coruña la atención es muy buena y las calidad de las comidas correcta. la presentación y el ambiete es adecuado para el lugar, lo que ocurre es que la belleza del exterior desluce el interior. el precio es justo al lugar. para disfrutar de una comida con un paisaje especial este es un gran sitio

Restaurante resultón por encontrarse en un emplazamiento idílico y por ser muy confortable. Vistas magníficas. La comida es buena aunque no excelente, hay que acertar con el plato. Recomiendo el strogof de ternera (exquisito). El servicio del vino, coperío y el trato es excelente y la carta de vinos muy correcta y a buen precio. Precio aproximado sin vino 30 euros por persona.

Espectaculares vistas sobre la ciudad de La Coruña, especialmente de la zona de Orzan-Riazor.
El servicio impecable, la carta bastante bien compensada y disponen de una carta de vinos que, aunque posiblemente se puede estructurar mejor de cara a su presentación al cliente, dispone de una buena selección a precios más que interesantes y nada abusivos. (Un Pinot Noir sale por 17 €)
Si lo visitais pedid que os muestren la bodega.
La comida perfecta en presentación y ejecución, os recomiendo el Magret de Pato Crujiente y las croquetas deliciosas. Los precios muy ajustados para lo ofrecen.
Indispensable si se visita La Coruña.