Original restaurante, con estética de casa típica de los Alpes suizos (tanto interior como exterior) pero enclavada en pleno sur de España. Cuenta con terraza que se puede cerrar para disfrutarla también en invierno, junto con una chimenea abierta tanto al interior como a la terraza.
Cocina basada en la del país helvético y que no se queda sólo en las fondues, que haberlas, haylas, tanto de queso -excelente, aunque algo subida de precio (18€)- como de carne, raclettes y platos de queso. También hay pastas y risottos de la región suizo-italiana de Ticino, carnes, platos de salchicha con rösti, ensaladas, tzatziki griego -un punto demasiado picante para nuestro gusto-, el apreciado queso tète de moine, etc.. Los pescados están ausentes del menú.
Carta de vinos en la que se echan de menos vinos suizos, todos son españoles pero a precios suizos sin duda... Copas adecuadas pero no de alta calidad, servicio del vino el normal en España (descorche y prueba). Tomamos Quinta de Tarsus después de pedir un Ysios que estaba en la carta pero no en la bodega, no muy grande pero sí variada y que, aunque se limita a Rioja y Ribera (en tintos), ofrece algunas opciones fuera de las clásicas aunque sin arriesgar demasiado.
Servicio amable y acorde a la decoración, es decir, con camisa típica suiza, puede que ya demasiado "tipismo"...
Abierto desde el verano, hemos esperado a visitarlo una vez pasado éste para evitar aglomeraciones y aprovechar que sigue abierto durante el invierno, lo que es de agradecer.
En resumen un original local con una cocina no habitual en estos lares. Volveremos a probar la raclette, otros quesos, pastas y risottos.

P.D: Echo más flexibilidad en las puntuaciones, de haber podido hubiese puntuado 6 a la comida, pero sólo se puede 5 ó 7 ó 8,5...