Me senté en el exterior del local para disfrutar de la vista hacia la

Me senté en el exterior del local para disfrutar de la vista hacia la ciudad de las artes y las ciencias, todo y pese a estar un poco sucio el cristal que protegía el balcón, lo mejor, por no decir lo único bueno de una de las peores experiencias que yo recuerdo. Había pedido uno de los platos más picantes de la carta, que reconozco estaba bueno y un combinado de pinchitos insípido y caro. Lo peor fue que ¡olvidaron servirnos las bebidas!, y como la comida se enfriaba, pues tocó comer sin beber. Al exterior los camareros no salían prácticamente, y cuando lo hicieron, caso omiso, y eso que el local estaba medio vacío (eran las 21’00). Con la lengua echando fuego conseguí que me atendiaran para pedir la cuenta, y tras la protesta oportuna tras intentarnos cobrar el vino que no habían servido, nos marchamos. Como broma de cámara oculta no estaría mal, pero como salida a cenar no se la recomiendo a nadie. Resumen: comida escasa, vino !? inexistente y atención pésima. No vuelvo.

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