Ese día en Gijón amaneció nublado, así que después de ducharnos y vestirnos y desayunar nos preparamos para una de las etapas que con más ilusión esperábamos de nuestro viaje relámpago por el norte.
Desde que entramos a Asturias en muchas ocasiones el paisaje me trasladaba a los Alpes, altas montañas y verdes valles que nos acompañaron todo el viaje hasta llegar a Cantabria. A pesar de las malas comunicaciones, (en eso no me recordaba para nada a los Alpes) llegamos puntualmente a nuestro destino, El Galeón de Somo, donde habíamos quedado para comer con unos amigos veremeros.
Somo es una pequeña localidad turística sobrepoblada en verano (como de esas que en la Costa Brava tenemos unas cuantas), pero que cuando llega el mal tiempo se convierten en ciudades fantasmas.
Tras los saludos y presentaciones de rigor nos sentamos en la terraza de un típico restaurante de playa, tengo que decir que por mi experiencia, el binomio “restaurante” + “zona turística” suele dar pésimos resultados , aunque como ya esperábamos por ir con quien íbamos, el resultado fue extraordinariamente positivo.
En anteriores comentario se describe perfectamente el restaurante, así que no insistiré en ello. Tan solo recomendaros que visitéis su web:
http://elgaleondesomo.es/bienvenidos/
Todos los platos menos los postres, para compartir entre ocho personas, nos decidimos por:
Dos raciones de Manganos de Guadañeta Para los que no lo sepan los Manganos son unos chipirones grandes, o unos calamares pequeños. Con su tinta y con el punto exacto de plancha.
Dos raciones de Rabas finamente rebozadas, crujientes, inmejorables.
Dos raciones de Almejas a la Marinera Ahí perdimos las buenas formas y nos lanzamos a hacer barquitos en la salsa como poseídos. Por favor Agustín, si me das la receta no te mandamos más tíos como el del anterior comentario, ese vasco que no es capaz de comerse un arrocito de bogavante.
Una de Pimientos con Anchoas Si apartas bien los pimientos, las anchoas están tan ricas como las de L’Escala. No sé si se habrá notado mucho, pero como a Ferrán Adrià, a mí tampoco me gustan los pimientos rojos.
Y como colofón un espectacular Mero a la plancha, más que un Mero, era “El Mero”, el sueño de cualquier pescador y de cualquier amante de la buena mesa. Si lo hubiese pescado yo diría que medía casi dos metros, pero como hay testigos digamos que un poquito menos, pero no mucho.
De postre cada uno pidió lo que más le apetecía, yo me atreví con algo muy difícil de encontrar en Cataluña y que me encanta Leche Frita, regada con Anís La Asturiana a falta de un buen anís de Rute, pero bueno algún “pero” tenía que tener la comida.
Todo ello fue debidamente regado con 4 botellas de Albariño Condes de Albarei, de otras cuatro de Muga Blanco Fermentado en Barrica, aparte de algún refresco, aguas, cafés y unos GinTonics de Martin Miller y Botanic.
Me gustaría comentar algo poco habitual y que demuestra ganas de hacer bien las cosas y un alto grado de profesionalidad.
Nos sentamos en la terraza y cuando las nubes se apartaron empecé a pasarlo mal, ya que el sol me empezaba a dar de frente, pensé ir al coche a buscar un sombrero y las gafas de sol, cuando de pronto y sin tener que solicitarlo, apareció el camarero con una sombrilla auxiliar que estratégicamente situada acabó con el problema.
No quiero alargar más el tema que ya se ha disparado bastante, así que tras el intercambio de Hojaldres de Torrelavega, por Merles y limonada de Astorga, (obsequio del amigo José Manuel), con todo el dolor de nuestro corazón nos despedimos de nuestros nuevos amigos y amigas a los que de nuevo agradezco la atención y paciencia que tuvieron con nosotros, y seguimos viaje hacia nuestro hotel en un pueblecito cercano a Tolosa, pero eso ya es otra historia.
PD. Me apunto para mi próxima visita el Arroz con Bogavante y/o los Judiones con Changurro, entre otras cosillas que he visto en la carta de la web.
PPD. Isidoro……..¡¡¡lánzate ya hombre!!!