Notable restaurante ubicado en una restaurada masía del siglo XVIII habiendo presenvado su encanto y original aspecto manteniendo bien cuidados los jardines.
Servicio muy profesional y amable, con el detalle a la recepción de plato de jamón de jabugo 5J al corte con vino de cortesía ó bien elección directa del mismo.
La comida se realizo en comedor privado para 8 personas, con materias primas de primera calidad y bien elaboradas. La manteleria y adornos de flores en la mesa con muy buena imagen, así como la vajilla, cuberteria y cristaleria de primeras marcas.
Como entradas se pidieron, aceitunas gordal picantes, ensalada de langostinos y vieiras con aceite de puerros, canutillos de boletus con salsa de foie y gelatina de parmesano, y foie a la plancha con salteado de manzana, beicon y romero.
Posteriormente cada uno pidio el plato preferido entre una no muy variada pero si selecta carta entre carnes y pescados, habiendo degustado personalmente el solomillo de ternera en su punto al oporto y crema de boletus; realmente muy gustosa la carne y tierna con buena presentación de todos los platos.
La carta de postres, helados y sorbetes es bastante amplia y la reposteria casera, aunque por desgracia no pudimos llegar por la bondad de los platos servidos anteriormente.
Dispone de una amplia y selecta carta de vinos, no tanto en blancos y rosados como en tintos con D.O. de varias regiones, y buen servicio de copas para los mismos, procediendo al cambio de las mismas con vinos distintos.
La selección de vinos elegidos fueron 200 Monges, Barón de Chirel (ambos de la Rioja) y Flor de Pingus (Ribera del Duero).
No puedo indicar precio puesto que fuí invitado, aunque creo que a la vista de la comida y los vinos practicamente irían casi a la par. Buena relación calidad precio