Acudimos a este restaurante advertidos que es elegante y la comida fantastica y novedosa. Ul unico que no requiere etiqueta de los tres "grandes" (los otros, Sabatini y Enoteca Pinchiorri). Reservamos mesa a las 21:30, y cuando llegamos no esta lista, ni la nuestra ni la de otros 16 o 20 comensales, que deben esperar. Al menos nos ofrecen un espumoso. En la puerta (aqui no se fuma en los restaurantes) leemos la carta, que se compone de primeros (5, a razon de 20 euros fijos), segundos (8, a razon de 36 euros fijos), carro de quesos (10 euros pax) y postres (15 euros pax). Flipamos. Nos llega el turno y mientras esperamos la carta observamos. Las mesas estan superjuntas, especialmente las de parejas. Literalmente podrian pinchar en el plazo del vecino. El ambiente es elegante, con ese punto anarquico de los italianos, pero gente de calidad, ya me entendeis. El caso es que la unica carta que llega es la de vinos, supercompleta, con todas las denominaciones italianas, varias añadas, con sitio para Magnums, espumosos y licores. Optamos por Nobile de Montepulciano "Boscarelli" 2005, a 38 euros cada una de las botellas que nos bebemos. La carta sigue sin llegar, y en esto el maitre se sienta con nosotros en la mesa y nos explica de qué va la cosa. Habla italiano, ingles, algo de frances y un buen castellano. Debemos elegir primero y segundo, y luego ya veremos que tomamos despues. Los primeros son en general sencillos, sopa de pescado, crema de calabaza, crema de hongos, platos todos ellos ricos, con un punto picante, que no justifican su precio. Se salva con honores un flan de patata con ragu de ternera memorable. Lo de los segundos es de ciencia ficcion. Cuello de pollo relleno de huevo. carne y especias con su cabeza (literalmente, te sacan la cabeza horneada del pollo en el plato). Cerebro de Cordero a la papillote con mantequilla y eneldo (la estampa cuando abren en tus narices el papel albal y ves los sesos es diga de foto). Por cierto, estaba fantastico. Tiburon con guindilla y tomate (picaba horrores) y vitello tonnato laminado con mayonesa, alcaparras y anchoas (prescindible). Pedimos quesos variados y nos trajeron cuatro tipos de pecorino, todos enormes de sabor e intensidad. La casa invito a dos postres de tarta de chocolate. Se les olvido cobrarnos una botella, se lo recordamos y discutieron delante de nosotros sobre quien tenia la culpa. Italia. Un sitio caro pero al mismo tiempo peculiar y curioso. Para probar. En todo caso, flipante que en un sitio asi doblen mesas. Ganaran pasta a porrones, porque estaba a reventar. Servicio del vino nulo, pero buena conservacion.

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