Un clásico de La Roda ubicado en el Hotel del mismo nombre.
Instalaciones sólidas, de mucha calidad. Con esa atmósfera austera castellana creada a base de poca luz natural, piedra, maderas, granates y marrones, y sobriedad y clasicismo en la decoración.
Cocina tradicional manchega a la que pretenden dar un toquecito de modernidad en algunos de sus platos, como por ejemplo al principal que degusté yo, "Paletilla lechal asada en sartén con guarnición de Migas de Pastor y Chocolate", que venía deshuesado, algo sobrado de ajos aunque con una textura formidable.
Los entrantes, anodinos.
Carta de vinos correcta, con referencias nacionales de zonas clásicas y opciones de la zona muy interesantes.
El personal que nos atendió era amable y extremadamente eficiente, pero algo falló (debió ser en cocina) que hizo que el almuerzo se eternizara.
No obstante salimos satisfechos.
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