Local agradable en Russafa, sin demasiadas pretensiones pero muy correcto.
Pedimos flamenquines (buenos, nada aceitosos y al punto); bolas de queso manchego con sésamo (originales); croquetas (de cocido, de setas y de bechamel, todas ellas caseras); bravas y una ensalada de salmón, muy bien aliñada. Para beber tienen varios tipos de cerveza y una interesante selección de vinos en que se ausentan los típicos comerciales que aparecen en todas partes. Probamos Rejadorada de Toro (12 €), servido a correcta temperatura y en copas mejorables, sin ser Arcopal. Los mantelitos son de papel, así como las servilletas. Buena separación de mesas, poco ruido y servicio muy amable.
Opción a tener en cuenta para cenas informales o para picadas.
El precio incluye una San Miguel 1516, un té y una copichuela por persona. Nos invitaron a un orujo de miel.