Desde mi valoración anterior en Octubre del 2008, he comido en este restaurante más de dos docenas de veces sin haber anotado nuevo comentario del mismo, así que me referiré a mi última visita en la que asistimos cinco comensales.
Como nota destacada y remar contracorriente, lo que llama poderosamente la atención es la nueva carta de vinos, más que una carta es un libro con papel cebolla en medio de cada hoja, con un bonito formato, más D.O. y añadas, con unos precios bastante contenidos. Las copas para el vino son correctas. Pedimos un Marques de Griñón (45€).
Para entrantes, lomo de orza con ajoaceite (10€), producto típico de la zona bien elaborado; jamón ibérico (18€), bueno; queso manchego curado con almendras (7.50€), consistía en varios tipos de queso curados; ensalada de perdiz escabechada (15€), correcta ensalada aunque la perdiz sea de venta industrial. Todos los platos resultan bastante bondadosos, aunque esto es lo normal en la zona.
Platos más consistentes 2 de merluza a la plancha (12€ c.u.); y 1 rodaballo igualmente a la plancha (12€). No se de donde sacara Emilio el producto tan fresco que dispone puesto que en otras zonas con más posibilidades en ocasiones no resultan tan fresco. Los platos con buena presentación, en su punto y abundantes. Para los carnívoros, 1 paletilla de lechal al horno (18€); ésta carne es una de mis preferidas como las preparan, resultando muy tierna y sabrosa, aunque en esta ocasión yo fui de los de merluza; 1 entrecot a la parrilla (12.50€), sabrosa y en su punto con buen acompañamiento de patatas a lo pobre al igual que en la paletilla.
La cristalería, cubertería y vajilla muy correctas, cambiándote las mismas en los diferentes platos, buena separación entre mesas y muy digna presentación de las mismas.
Cuando no podíamos ni respirar, llegaron los postres pero consistió en cinco sorbetes de limón para rebajar la comida
Nada más llegar los típicos refrescos y cervezas, para terminar con los cafés.
El servicio como siempre muy atento y profesional…cada cual sabe lo que tiene que hacer. El dueño Emilio, como siempre saludando mesa por mesa a su concurrida clientela.