El local es grande, amplio y de techos altos. Su decoración es ecléctica en toda la extensión de la palabra e incluso un tanto surrealista el conjunto diría yo. Retratos de gran tamaño conviven con trofeos de caza, entremezclados con angelitos, óleos, fotografías, carteles informativos… el conjunto general digamos que queda en un estilo más bien clásico.
Sólo utilizan materia prima de alta calidad, es decir, lechazo de raza churra autóctona (el de los ojos, morro, orejas y patas negras) de entre 5 y 6 kilos de peso. El lechazo es el cordero que solo ha sido alimentado de leche y de unas tres semanas de edad. Ellos mismos se encargan de seleccionar y sacrificar los lechazos.
Los cuartos se disponen en cazuelas de barro, fondo de agua y sal. Únicamente utilizan la madera de encina para alimentar el horno.
Disponen de tres hornos de adobe recubiertos de barro en los que asan el lechazo durante un par de horas por la parte interna del mismo a 200 ºC. Seguidamente se voltean los cuartos y se someten a unos 15 minutos más para que la piel quede bien tostada. Los tiempos y temperaturas son orientativos pues Marco Antonio me aseguró que ni mira el reloj, ni los hornos disponen de termómetro. Lo hace a ojo, mejor dicho “a oído” ya que cuando el lechazo está asado, me dice que le avisa por el modo en que crepita.
Finalmente, dando muestra de su ternura, se trincha delante de los comensales con las manos, sin cuchillo, tan sólo con la ayuda de una cuchara.
Nuestro menú
Decidimos compartir 3 entrantes:
Croquetas de jamón: un par por cabeza. Caseras, elaboradas con salsa bechamel, jamón, verduras y su ingrediente secreto: sesos blanqueados. Fritura perfecta, interior sabroso pero un tanto compacto.
Morcilla con piñones, pasas y manzana caramelizada. Se acompaña de confitura de tomate, nachos de morcilla y tierra de morcilla. Buena y manida combinación de ingredientes.
Bacalao con salsa Romesco. Buen producto y buena elaboración de la salsa, sin más misterio pero resultón.
Dos cuartos de cordero. Y llegó el momento del “leitmotiv” de la verdadera razón del desvío a Campaspero para poder disfrutar del famoso lechazo del restaurante Mannix. Trinchados con la mano por Gema. Crujiente por fuera, tierno y esponjoso por dentro. Sin grasa aparente, jugoso, delicado pero de sabor intenso. La perfección de lo simple, el mejor lechazo jamás comido. Vale la pena el desvío y casi casi ir a propósito. ¡No os lo podéis perder!
Ensalada de lechuga, tomate y cebolla. Clásica ensalada con la que se acompaña el lechazo en Castilla. Sencilla pero elaborada con productos de calidad y frescos. Se agradece intercalar algún momento verde y fresco entre los bocados del cordero.
Degustación de postres. Varios pases a compartir.
Crema de limón con sorbete de mango, coulis de frutas rojas y peta zetas con frutas. Buena ejecución y sabores conjuntados.
Creme brulée con helado de achicoria y palo cortado. Bien ejecutada la crema, sabores originales los del helado, pero no veo la conjunción. Tal vez por separado…
Chocolate en texturas con una base de naranja, un punto de guindilla y helado de plátano y palo cortado. Mayor conjunción que el anterior.
Para beber inicialmente una cerveza artesana: La Real del Duero,: seguidamente una botella del Cava Rosado Extra Brut de Nit del elaborador Raventós i Blanc y un par de botellas del crianza 2013 del Valle del Botijas del amigo Ramón. Acompañamos los postres con Dulce de Invierno de Bodegas Sanz. Todavía me fue posible armonizar el lechazo con un sorbito del cava y he de deciros que maridan estupendamente.
Finalizamos con unos chupitos por cortesía de la casa, de elaboración propia: limoncello, pacharán y licor de café.
Un restaurante muy recomendable en el que disfrutar del producto, del mejor producto y de su mejor cocción. Referente del Lechazo, si quieres comer el mejor, debes visitarlo.
Post completo ilustrado con fotos (también de los asistentes) en: http://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-mannix-el-mejor-lechazo-jamas-comido.html
La fama que tiene se la ha ganado con creces. Espero visitarlo algún día y probar ese impresionante lechazo.
Abrazotes
Vale mucho la pena. A poco que te quede cerca...
La compañía también ayudó... :-)
Ayudó y recortó las raciones de lo comido y de lo bebido (jejeje)
Saludos
Enhorabuena por el disfrute. Lastima que esté tan lejos, sino seguro que le haría una visita...
Un abrazo
No hay la mejor combinación de transporte público, pero quién sabe si algún día...
Abrazos.
Todavía no he estado la verdad, me encanta un buen lechazo pero cada vez me echa más para atrás lo de coger el coche y hacer 200 km ex profeso para luego volverte, en cualquier caso si paso un día por la zona lo tendré en cuenta. ¿Qué tal la carta de vinos? Suele ser el tema siempre más peliagudo en este tipo de restaurantes especialistas en lechazo o cochinillo…
Saludos,
Eugenio.
Ya sé que los vinos de la zona no están entre tus preferidos pero alguno si vale la pena ;-) Así que cuando te quede más o menos cerca no te lo pienses, el lechazo es extraordinario.
La carta de vinos previsible, con abundancia de vinos próximos pero con algunas referencias disfrutables.
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