Bonito lugar

Un pub típico en una antigua posada histórica que se localizaba en Fischerinsel y que la 2ª guerra mundial destruyó y que se recreó en esta ubicación, en un lateral tranquilo de la bulliciosa plaza de Alexanderplatz convirtiendose en uno de los puntos para comer más recomendables de la zona si lo que buscas es cocina local, raciones abundantes y un ambiente de pub bien logrado. También unas pocas mesas en el exterior para cuando deje de llover.

Las sillas y mesas son de madera, muy juntas, sin mantel en una distribución por habitaciones (se trata de una casa adaptada) con sus rincones. Decoración propia de taberna alemana y con ambiente de casa con sus ventanas y cortinas de volantes, cuadros colgados de la pared. Servicio con muchos trienios y sonrisa mínima aunque efectivo.

Para beber se hace imprescindible unas buenas birras que tienen su propia carta de bebidas y con bastantes opciones, por lo que los nos decidimos a probar diferentes y tomamos Schöfferhofer hefeweizen (tostada), Berliner Kindl Jubiläums pilsener y Rex Pils de Postdam, las cuales fuimos rotando (de rodar) durante la cena y de las que repetimos de las dos últimas y "tripetimos" de la primera.

La carta de comidas plastificada con versiones de diferentes idiomas está basada en cocina típica de taberna alemana que es a lo que se viene aquí. Tomamos entre los tres para cenar:

. tagessuppe x 2: la sopa del día: de lentejas con salchicha y pan. Muy de guiso de casa.

. eisbein: codillo de cerdo berlinés acompañado de chucrut y puré de guisantes. Hay que hacer notar que este codillo es siempre cocido, lo que choca bastante con nuestra cultura más del codillo al horno. Y bastante caro: 31€.

. bratwurst brot: salchicha berlinesa asada con chucrut y puré de patatas. Cumple bien.

. bockwurst salade: otra versión de salchicha con ensalada de patata. Cumple bien.

Las presentaciones acorde con el local (pub/taberna) al igual que la vajilla y cuberteria. Por contra, cada cerveza en su copa apropiada y personalizada.

A pesar de las incomodidades, el local (y sus callejuelas) se merecen una visita aunque sea a la hora de la cerveza y como descanso tras el pateo por la enorme plaza vecina.